A través del humor y un despliegue visual imponente, atravesando el dolor y la incomodidad, entre música y coreografías, once cuerpos son reunidos en un mismo espacio para recrear el encierro al que se vieron obligados a participar sin ningún tipo de consentimiento: la televisión. Diversos canales llegan a una misma conclusión: hay que apagar el patriarcado.