29/05/2017 01:47 GABRIEL “La bestia rubia” es una puesta en escena que trabaja semánticamente con un tema excluyente: la mítica figura del padre Mugica. Desde el programa de mano se plantean a priori algunas cuestiones que son fundamentales para hacer una determinada interpretación del texto espectacular: en primer lugar se enfatiza que se van a recurrir a múltiples lenguajes escénicos para componer el relato; en segundo lugar se nos advierte que no se trata de una historia lineal sino de una sintaxis fragmentada basada en determinados momentos de la vida del Padre Mugica; por último explicita claramente la voluntad de sensibilizar, conmover y apasionar al espectador. Una primera conclusión que se desprende de lo mencionado anteriormente es que los lenguajes escénicos presentes en la puesta en escena van a confluir en la búsqueda de un efecto de inmediatez, en donde no se propone distanciar y hacer reflexionar al espectador sino conmoverlo. La puesta se estructura en torno a una suerte de friso de las grandes pasiones del padre Mugica segmentadas en diez momentos. En el universo sentimental del cura aparecen el futbol, el peronismo, las clases populares, el amor frustrado y principalmente Dios, su interlocutor excluyente. La acción dramática se inicia con el episodio de su asesinato que se produce a la salida de una misa. Toda la obra se convierte en un gran flashback donde el propio Mugica nos relata en primera persona los distintos sucesos de su vida. En el final de la puesta se vuelve a ese momento inicial del relato convirtiendo la trama en una estructura circular. En el programa también se hace referencia no solo a la utilización de los diferentes lenguajes escénicos para producir sentido sino también a la presencia de diferentes géneros para componer este “retrato apasionado” del Padre Mugica. Se pueden reconocer algunos elementos propios de la tragedia griega principalmente en la estructuración de la obra, a partir de la sucesión de los distintos cantos en donde se alternan partes más dramáticas con otras más liricas, y fundamentalmente por las intervenciones corales que le dan gran importancia a la música y la danza en la escena. La construcción de la fábula a partir de un personaje histórico le da cierta particularidad al relato porque cuenta implícitamente con ciertas competencias culturales por parte del espectador para poder completar el sentido del texto. En palabras de Umberto Eco prefigura un lector modelo con ciertas saberes previos. También utiliza procedimientos del melodrama y del musical. Antes de comenzar con la descripción general de la puesta, me parece interesante detenerme en el análisis de la primera escena ya que ejemplifica claramente las estrategias de significación que van a estar presentes en toda la obra. El espacio escénico se presenta sumamente ascético, totalmente carente de objetos y con un único elemento escenográfico que consiste en una serie de chapas ubicadas en el fondo del escenario que connotan un contexto villero. En el espacio escénico se ubican el personaje de Mugica vestido con sus ropas de cura rodeado de cuatro jóvenes vestidos de manera informal que funcionan como una suerte de coro. Uno de los jóvenes es el encargado de asumir en ese primer momento el rol de asesino, le dispara representando un arma con sus dedos. Hay una gran economía de recursos que va a ser una constante a lo largo de toda la obra. El universo tanto objetual como escenográfico se construye referencialmente a partir de la palabra o bien es sugerido con el trabajo del cuerpo del actor. Ningún sistema de significación tiene un rol pasivo, por el contrario hay que interpretar cual es su sentido en el contexto del universo ficcional, y la clave para interpretar el ascetismo tanto de la escenografía como del universo objetual está en pensar, por un lado, que el espacio dramático de la bestia rubia es un ámbito inmaterial porque articula un relato proferido por Mugica desde su muerte. Por otro lado el sentido tiene que ver con los votos de pobreza y los valores de humildad propios de un cura villero y tercermundista. Como vemos, al trabajar la obra con una figura histórica requiere de saberes previos y competencias de los espectadores para poder decodificar y construir sentido. El lenguaje del vestuario va en el mismo sentido, busca simplemente construir referencialidad. La puesta trabaja además, siguiendo esta economía de recursos mencionada anteriormente, con la capacidad de mutabilidad propia del signo teatral ya que los actores van a asumir diferentes roles dentro de la puesta. Una de las actrices del coro representa primero a la protagonista de la trama sentimental, luego pasa a ser una jugadora de futbol, a continuación aparece como una militante del peronismo, todo esto sin modificar ninguno de los lenguajes expresivos que utilizan como soporte el cuerpo del actor (maquillaje, vestuario, gestualidad) es decir que una única materia expresiva va ir mutando su significado, y puesto que es un procedimiento que se repite a lo largo de toda la obra, podemos hablar que conforma un código, una regla de uso que va a requerir una competencia por parte del receptor para poder decodificarla. Es importante señalar respecto a esto último que si bien este tipo de operaciones donde un actor asume varios personajes son procedimientos propios de una estética como la brechtiana, su función dentro del contexto de la puesta es contraria, porque mientras que en las puestas de Brecht funciona como un elemento deíctico para recuperar la situación de enunciación y facilitar el pensamiento crítico sobre lo que se está representando en la escena, en el caso de “la bestia rubia”, al ser una regla de uso recurrente no genera distanciamiento, sino que por el contrario, al igual que el resto de los lenguajes escénicos se articulan en función de generar un efecto de identificación y de emoción en el espectador. Generalmente la clave del distanciamiento radica en establecer un elemento disruptivo dentro de las convenciones y códigos que se construyen en la propia puesta, situación que no se presenta ya que los códigos y convenciones se mantienen estables durante toda la obra. Continuemos con la descripción de la primera escena. Un sujeto le dispara y en su agonía Mugica empieza con lo que va a ser un largo relato que va a estar trabajado casi exclusivamente desde la forma del monólogo. Recordemos que el monólogo a diferencia del soliloquio considera a un interlocutor, en esta primera intervención Mugica monologa con Dios. Es un momento desgarrador de mucho patetismo donde le confiesa a Dios que nunca dejó de buscarlo en todas las cosas y que tiene ganas de seguir viviendo. La utilización del monologo es una forma muy efectiva de lograr esa inmediatez de la emoción en el espectador, porque apela a la idea de que en la muerte nos enfrentamos con nosotros mismos en soledad. La obra juega con esa creencia popular que en el momento de la muerte la vida vuelve a pasar fugazmente frente al sujeto como un film enfrentándonos a los momentos más importantes de la vida. El espacio dramático de “la bestia rubia” se convierte en la proyección de esa sintaxis del recuerdo que se construye en el umbral entre la vida y la muerte. Claramente hay un predominio de lo verbal en toda la obra que está fuertemente jerarquizado en relación a los otros lenguajes escénicos. No es un dato menor que el autor del texto dramático, Andrés Gallina, sea egresado de la carrera de Letras. Esto último no quiere decir que los lenguajes escénicos no verbales no tengan importancia a la hora de significar, pero sí que van a estar subordinados al sentido impuesto por la palabra. Por ejemplo, retomando con el análisis del inicio de la obra, el coro interviene la escena en el momento que Mugica monologa con Dios, cantando una canción cuya letra va a condicionar muy fuertemente la interpretación de toda la obra en un sentido: comparar la figura del Padre Mugica con la de Cristo. Aquí es donde se conforma uno de los núcleos semánticos más fuerte de la obra, que por supuesto no es el único sentido posible que se puede construir, es una obviedad hablar del carácter polisémico del hecho teatral, pero sin embargo se explicita claramente la intención de hacer la vinculación mencionada anteriormente a partir del contenido de la siguiente canción: “un hombre fue ajusticiado hace 1900 años en el monte calvario y todavía vive”. La música lo que hace es darle un valor emocional a lo que se expresa por medio de la palabra y “anula el distanciamiento crítico del espectador, potenciando el efecto de inmediatez” (Trastoy, B., Zayas de Lima, P., 2000:173).
La obra luego de la introducción continua, dentro de las características poéticas mencionadas, con lo que se considera un recorrido por las pasiones del Padre Mugica. Comienza con una descripción general del personaje donde aparecen bocetados algunos elementos de su personalidad: se lo presenta como un ser autoexigente, atormentado, comprometido con los problemas sociales, apasionado y atraído por los placeres mundanos. Luego se alude por un lado a su adhesión al movimiento peronista y por otro lado a su alejamiento del mundo de la Recoleta y su acercamiento a las clases más populares. La acción dramática se sitúa en el momento de la caída del Peronismo y muestra las reacciones opuestas generadas en los diversos contextos sociales. El coro le imprime emoción a la situación cantado “sin perón no hay patria ni dios”, frase que lo interpela y lo hace reflexionar sobre el rol de la iglesia, le comenta a Dios que para ellos (los pobres) la iglesia es la culpable y el también como miembro de esa institución. El conflicto interior se condensa en la frase “soy la recoleta en el medio de la villa, la villa en el medio de la recoleta”. Todo este canto representa un momento de epifanía y de revelación en la vida de Mugica, un punto de inflexión que lo va a alejar de las clases poderosas y acercar a trabajar por los pobres y a defender los principios de justicia social del peronismo.
A continuación, aparece la trama sentimental de la obra, el momento donde el padre Mugica le da la espalda al sexo y al amor. La escena se construye a partir de un juego erótico con una muchacha y un fósforo que metaforiza el deseo sexual del cura. Ella lo interpela, se muestra sedienta de amor y placer, pero el encuentro se frustra. Verbalmente aparece el diálogo entre ambos personajes combinado con el monólogo del cura en donde cuenta cual hubiese sido su destino si accedía al amor de la muchacha: viajar juntos, tener hijos, despertar cada día en un lugar diferente, recorrer el mundo en moto, etc. El canto se cierra con un diálogo donde él le dice a la chica que ya es tarde, que lo esperan, que hace falta en otro lugar, clausurando de este modo definitivamente la posibilidad del amor. Es interesante destacar en este cuadro la función dramática de la luz en la delimitación del campo de la pareja dentro del espacio escénico, generando una atmósfera de intimidad y deseo.
El siguiente cuadro cambia radicalmente el tono del relato, de la trama sentimental de la pareja imposible pasa al frenesí de los años sesentas del mayo francés, la pulsión sexual reprimida deviene así en relato frenético que combina el Racing campeón del 67, su paso por una París en plena ebullición social e intelectual y su encuentro con Perón en Puerta de Hierro. El cura narra su encuentro con el General, a quien le reclama su presencia, le dice que hay hambre y que el pueblo lo está esperando y que cuente con él para su regreso.
Continúa con una fuerte crítica a la iglesia como institución elitista y poco comprometida con los problemas sociales: “¿Cómo anda la santa iglesia de los pecadores? La de los que tienen todo y a nada renuncian, la que no deja entrar a los pobres, la enemiga de los que viven del trabajo con sus manos, la que prostituye la palabra de Cristo”. Anteriormente se mencionó la intención que se establece desde el inicio de hacer una analogía entre las figuras de Cristo y la de Mugica. Los puntos de convergencia de ambas figuras consisten en la defensa de los votos de pobreza, humildad y solidaridad, es decir todos los valores que están ausentes en la iglesia que Mugica cuestiona.
En el siguiente cuadro se empieza a sugerir la resistencia en ciertos sectores de poder a la figura del Padre que se traduce en un estado de paranoia. La música refuerza esta idea con la entonación nuevamente de esa suerte de leitmotiv que dice “un hombre fue ajusticiado hace 1900 años…”. Aparece también es este canto una imagen muy fuerte donde Mugica es torturado en una bañadera que presenta una significación ambigua: ¿se están acaso metaforizando sus temores, sus conflictos internos, sus tormentos o se trata efectivamente de una situación real? Vuelvo a remarcar la economía de recursos materiales presente en la escena, la bañadera es recreada por la actuación, y los torturadores son los mismos actores que conforman el coro.
Lo mismo ocurre en el siguiente cuadro, donde se representa un partido de futbol dentro de la villa de Retiro. A partir del trabajo corporal, de los movimientos, de los desplazamientos, se representa en escena una de las grandes pasiones del cura. En un sentido más profundo este momento aparece como un ritual dionisíaco que significa la entrega definitiva y total de Mugica al universo villero. Respecto al trabajo del actor en la escena, los cuatro intérpretes del coro se mueven dentro de un registro de poéticas de actuación deudoras de teóricos como Meyerhold, quien propiciaba “que su actor cante, baile, salte, sea un buen acróbata y mimo, sin que su acción esté impulsada por una motivación psicológica”. (Trastoy, B., Zayas de Lima, P., 2000:49) En cambio el actor que representa a Múgica trabaja en un registro más amplio que va desde momentos más realistas a otros donde aparece la exageración propia del actor popular.
Los últimos tres cuadros dan cuenta de la compleja y delicada relación de Mugica con los diversos sectores de poder de la escena argentina de los años setenta. Un recurso muy interesante que aparece en toda la obra es la función de narrador que asume el coro, aportando muchas veces información relevante del contexto histórico. En el final de la puesta aparece nuevamente este recurso de interpelación directa al público o ruptura de la cuarta pared por parte de los miembros del coro para enunciar el amplio registro de enemigos que supo cosechar el Padre Mugica al momento de su muerte: la propia iglesia, la triple a, montoneros, el ministerio de bienestar social, etc. En esta etapa “la bestia rubia” muestra a un Mugica entregado definitivamente al trabajo con los pobres pero desde una perspectiva política, su intención de que los propios pobres sean partícipes en las soluciones a sus problemas le cuesta su lugar en el ministerio de bienestar social. Se cita un pasaje bíblico de Jesús que dice “si a mí me persiguieron, los perseguirán a ustedes”, anticipando lo que va a ser el trágico desenlace. El patetismo se acentúa con una suerte de extremaunción ante Dios, donde Mugica pide perdón por haberse insensibilizado ante tanta pobreza, por haberse acostumbrado a ver las injusticias sociales de la villa, y por la culpa que le genera poder evadirse de esa realidad mientras que los pobres no pueden hacerlo. Finalmente el momento de la última misa, la descripción del crimen y el regreso al momento inicial del relato donde le vuelve a decir a Dios que quiere vivir por ellos, por los pobres. La estructura circular carga fuertemente de sentido a la puesta, sugiere la idea de resurrección y de atemporalidad. La luz vuelve a tener en este momento, al igual que en el primer cuadro, una función importante al reforzar el clima dramático del encuentro metafísico entre Mugica y Dios.
Para concluir vamos a recapitular algunas cuestiones centrales sobre lo expuesto. “La bestia rubia” presenta un relato basado en la vida de Carlos Mugica construido a partir de fragmentos de su vida con el objetivo principal de emocionar al auditorio. La puesta en escena tiene una fuerte apoyatura de su sentido en los lenguajes verbales, mientras que el resto de los sistemas expresivos se articulan para reforzar el clima dramático creado por la palabra. Como puntos de convergencia en los que se articulan y cruzan los distintos lenguajes escénicos dimos cuenta, por un lado, de la importancia de lo que denominamos ascetismo de la puesta para significar el espíritu de humildad del Padre Mugica como así también la inmaterialidad del espacio-tiempo desde donde se articula todo el discurso. Por otro lado, los distintos puntos de convergencia entre las figuras de Mugica y la de Cristo que son significados desde múltiples sistemas expresivos, principalmente por medio del lenguaje verbal.
09/06/2015 15:14 CARLOS 5 Es una obra conmovedora e imprescindible, trata de un personaje clave de nuestra historia, permite repensar la actualidad. Cualquier defecto que se pueda señalar se minimiza por la entrega actoral, en especial de Nelson Rueda, así como por el peso del padre Mugica, que de alguna manera mágica está presente.
08/06/2015 22:45 Teresa 14 Una maravilla.
Idea original en la puesta en escena:
Emotiva desde el momento que empieza:
Muy recomendable.
12/05/2015 17:02 Claudio U Fuimos a ver la obra con mi hija y mi mujer y a los tres nos pareció conmovedora.
12/05/2015 10:22 Belen 3 una obra interersante y emocionante con un buen despliegue escenico recomiendo que vayan a verla tiene mucha hiatoria y esta muy bien contada