Opiniones sobre Pepino el 88

  • 06/09/2008 15:45
    RAUL L
    Confusa, pretenciosa, nacionalista al p… y lo peor: muy aburrida. Se ve que hay un gran esfuerzo de los artistas involucrados (del económico no digo nada, porque -siendo una producción del teatro municipal-ése lo hacemos los ciudadanos), pero la verdad es que el espectáculo es un fiasco. Sólo se siente un poco de alegría en el final, pero creo que es por el alivio de saber que está terminando.
  • 24/08/2008 11:04
    Crisipo 2
    Vergonzoso. Malversación de fondos públicos, y de sentido de identidad nacional, y de interés histórico y artístico. Además, un bodrio. Sólo Karina K parece estar haciendo su trabajo con responsabilidad.
  • 17/08/2008 01:22
    Santiago V
    Solo faltó que declamaran "las Malvinas son y serán argentinas" y la completaban. La propaganda nacionalista es desagradable en todas partes, imagínensela en el teatro.
  • 01/08/2008 11:01
    Ana C 2
    Crítica de "Pepino el 88"


    La magia de los recuerdos afloran; ríen; suenan; nos conmueven; fluyen a la par de toda gloria y “locura” del artista, junto a su dignidad de serlo. Los personajes perduran en ese mismo universo que los escenarios encierran por encima del mundo hasta estatizarse en una postal imaginaria que abarca todos los tiempos y personas. Dentro, la vida se asemeja a una ilusoria espiral de gestos y sensaciones que se mezclan con el llanto; a esa relatividad de los amores prohibidos y no, bajo la plusvalía que el temor da ante el miedo de ser y de no ser. Las canciones crecen y se reproducen junto a sus letras como un carrusel que renace desde el alma, mientras la nostalgia nos apresa en paralelo con esa muerte que ronda las vidas y los pasos.
    Pepino (Víctor Laplace); calla; se manifiesta; esgrime la verdad desde sus entrañas; inhala; exhala; ama; muere; es; se transforma; entona; danza; sufre; sueña con suma hidalguía y capacidad dentro de ese rostro de juguete y de pintura que reafirma su triste desnudes... De vez en cuando, la voz y los aros de Rosa (Karina K ) son lanzados hacia el encuentro de esa otra parte de la esencia y de la historia; hacia la completud de lo no existente; aunque la libertad del amor cautivo solo vuele en una cíclica jugada que no siempre puede liberar al otro.
    Este mundo circense de los hermanos Podestá, equidista y refleja convulsivamente toda realidad y sentimiento cotidiano; la permisividad de un cautiverio renaciente; el deseo no correspondido que se instala en cada espectador ampliando así todo triángulo amoroso; lo estrellado de la noche flotando tras la acrobacia de un trapecio inmóvil y no; la reiterada corruptibilidad del gobierno reinante; el anonimato y manifiesto de los personajes; junto a una vana hipocresía que subyace latente.
    Afuera, una luna menguante pende acompasada del cuerpo de algún clown, (Alejandro Paker), a la vez que las lágrimas del poeta yacen mortecinas bajo la destrucción de un pétalo de rosa...
    Un suntuoso vestuario, (Renata Schussheim); exquisita escenografía, (Jorge Ferrari); excelente banda musical en vivo, (Federico Mizrahi, Hernán Reinaudo, Christian Colaizzo, Ricardo Cánepa, Jorge Bergero, Fabián Aguiar, Germán Moine, Oscar Serrano y Christine Brebes); magnífico director (Daniel Suárez Marzal); sincronizada y sutil iluminación, (Nicolás Trovato) e intenso montaje, son el muy válido respaldo que los actores y actrices han logrado conseguir junto a esta genial puesta en escena. Ana Cecilia del Río. anaopera@yahoo.com.ar http://anaopera.blog.terra.com.ar/
  • 22/06/2008 14:20
    Horacio 271
    Anoche vi "Pepino" y una vez más quedé satisfecho con la oferta tetral del Complejo porteño.
    Si bien Suárez Marzal pretende abarcar muchas aristas de la compleja propuesta teatral-circense de los Podestá y en muchos casos queda a mitad de camino o los resuelve atropelladamente -el personaje de Pablo Podestá, hermano de Pepe o "Pepino", interpretado por Antonio Ugo, aparece al principio y al final, al momento de su decadencia y por ende, desaprovechado- el resultado es positivo.
    Esa y otras falencias discursivas no empañan el relieve de la puesta escénica y las actuaciones del trío Laplace-Karina K-Paker. Tampoco se puede dejar de destacar la precisa dirección de la orquesta en vivio a cargo de Mizrahi.
    Para verla, incluso, más de una vez.