18/04/2016 17:55por Fernando 4 Santos de Yeso logra un ámbito acogedor, a pesar del drama que transcurre en él. Un hijo idealista, que persigue el espíritu de su padre. De tal palo, tal astilla, con la complicación particular de ser homosexual en una Argentina de los años 50, de persecución, política e ideológica, que quemaba a hierro y plomo a cualquier disidente.
Una madre devota, por cobardía, por impotencia, por miedo. Con la decisión irrestricta de encerrarse tras un ventanal de toda realidad adversa con el escudo de la fe y las plegarias.
Tal es el escenario donde transcurre esta obra que, a pesar desarrollarse de comienzo a fin en no más de una hora, cuenta con la particular habilidad de atrapar al espectador en sus silencios, en sus incomodidades, en sus verdades lo suficiente como para que el tiempo no le reste importancia.