04/11/2004 16:12por Ricardo E 35 Después del comentario de O.A. poco queda para decir, salvo el doble gusto de haber visto la obra y haber leído la crítica, dos géneros distintos casi para un mismo objetivo.
Fue mi primer contacto con el autor, vi la obra durante el Congreso del GETEA, cuando los ánimos y las antenas están más atentos y curiosos. Realmente me sorprendió la economía, la delicadeza en la utilización premeditada de los muy escasos recursos, el talento del autor o del director (seguramente de ambos) y de los actores.
02/11/2004 00:16por Ricardo E 35 ¿Veronese es ya una marca?¿Como Daulte o Spregelburd? Me pareció fantástico que a las 16 horas de un domingo absolutamente primaveral, soleado, no hubiera una sola entrada para ver esta obra, y 15 personas en lista de espera. La mayor parte eran "gente grande". ¿Atraída por Veronese, por Chejov o por este desacostumbrado horario teatral, las viejas matinés?
Primer gran elogio entonces a esta búsqueda (y encuentro) de nuevas audiencias.
La obra es muy potente, de enorme vigencia. Irina, Masha y Olga son personajes eternos. Esa Rusia que se desquebrajaba nos está hablando a nosotros, ahora. Todos los actores están muy bien. Caras conocidas ya sea porque están actuando en otros Veroneses o en Kabul. Tolcachir, Suardi y Nuñez, casi protagónicos, tan distintos por dentro y por fuera, tres Rusias diversas.
La luz de la tarde entrando por el techo vidriado, los muebles raídos, el roperito, el sillón rojo ajetreado, las butacas atrás y adelante del espacio escénico. Con tan pocos elementos Veronese (como escenógrafo) redondea su propuesta.
Años atrás, Inda Ledesma en el San Martín, de jogging, también se propuso innovar este clásico. Creo que Veronese va todavía mucho más allá, y con ese simple cambio de sexos de los personajes, logra cierta perversión y una gran incomodidad. El "gran incómodo" Masha que no encuentra nunca su lugar en el sillón, ni en la vida. Olga, a pesar de su tamaño, logrará "acomodarse" en su ropero/refugio, y en la escuela. Irina, la menor, la nueva Rusia, a pesar de su elección "acomodada y resignada", es la que más esperanzas despierta (será porque Tolcachir es el "más ruso" físicamente del elenco).
Yo no leería primero la obra (pido disculpas a Chejov) para poder entrar mejor en esta propuesta tan actual.
23/10/2004 12:09por Ricardo E 35 Es la segunda obra del ciclo Biodrama que veo, y eso de contar las propias historias, meterse con la vida de uno tan profundamente, me parece muy valioso. La otra "obra" que vi fue la de Vivi Tellas, una enorme experiencia de un "teatro documental".
Esta "recuperación de la memoria/puesta en escena" de Daulte me emocionó, me hizo reir, me entretuvo y a pesar de sus dos horas corridas, quizá hubiera querido seguirla, no correrme de esta familia de Daulte, que también es mi familia, la de todos.
Este "pastiche" donde el patio del conventillo es reemplazado por el living-comedor, donde la vecina y la amiga de la hija son parte de la familia no-sanguinea. El "off" de los actores, cuando la escena queda vacía de ellos, pero llena de sus voces, los recursos del cine, las mujeres siempre al borde de un ataque de nervios, hablando fuerte y rapidito como en las películas argentinas de la época. Me hizo recordar un poco a Puig y sus Boquitas Pintadas.
La música ocupa un lugar preponderante, y nos ibamos del teatro caminando por el costado del zoológico tarareando las canciones, como cuando se sale de un "musical". A pesar de que uno ha visto en escena también un drama, Daulte no nos permite involucrarnos demasiado, recordándonos siempre que estamos en el teatro. El final es un hallazgo.
Los actores perfectos, grandiosos. Prácticamente todos son protagonistas. Y detrás, siempre presente la solvencia del Complejo Teatral del San Martín.
23/10/2004 12:09por Ricardo E 35 Es la segunda obra del ciclo Biodrama que veo, y eso de contar las propias historias, meterse con la vida de uno tan profundamente, me parece muy valioso. La otra "obra" que vi fue la de Vivi Tellas, una enorme experiencia de un "teatro documental".
Esta "recuperación de la memoria/puesta en escena" de Daulte me emocionó, me hizo reir, me entretuvo y a pesar de sus dos horas corridas, quizá hubiera querido seguirla, no correrme de esta familia de Daulte, que también es mi familia, la de todos.
Este "pastiche" donde el patio del conventillo es reemplazado por el living-comedor, donde la vecina y la amiga de la hija son parte de la familia no-sanguinea. El "off" de los actores, cuando la escena queda vacía de ellos, pero llena de sus voces, los recursos del cine, las mujeres siempre al borde de un ataque de nervios, hablando fuerte y rapidito como en las películas argentinas de la época. Me hizo recordar un poco a Puig y sus Boquitas Pintadas.
La música ocupa un lugar preponderante, y nos ibamos del teatro caminando por el costado del zoológico tarareando las canciones, como cuando se sale de un "musical". A pesar de que uno ha visto en escena también un drama, Daulte no nos permite involucrarnos demasiado, recordándonos siempre que estamos en el teatro. El final es un hallazgo.
Los actores perfectos, grandiosos. Prácticamente todos son protagonistas. Y detrás, siempre presente la solvencia del Complejo Teatral del San Martín.
06/07/2004 11:42por Ricardo ( 35 Francisco Javier tuvo durante el 2003 cuatro obras en cartel. Y que gran satisfacción que en este 2004 tenga tres obras, y que una de ellas siga siendo "Novecento".
Me alegraba mucho estar en la populosa cola en la calle Rodríguez Peña, un frío lunes, para bajar al subsuelo de La Comedia y encontrarlo lleno. El milagro del renacer del teatro en Buenos Aires.
Sino se conoce nada sobre la obra, se puede llegar a pensar que porque el autor es el italiano Alessandro Baricco, "Novecento" tiene que ver con la historia de Italia. En realidad es un fresco universal, aunque puede llegar a relacionarse con esa joya italiana/de todos que fue/es "...La nave va" de Fellini.
La propuesta original del autor fue que su obra fuera leída, y dudaba de que fuera un texto teatral. Francisco Javier -siguiendo la "sugerencia" del autor- logra que sí sea una obra teatral, a pesar de que es un monólogo y parcialmente leída. Y es también el gran mérito de un actor enorme como Jorge Suárez. Buenos Aires está presentando en estos momentos varios monólogos: "Los días Felices", casi un monólogo también es "La señora Macbeth".
En otro comenario de esta obra, un espectador Raul se queja de cierta pobreza del espectáculo. Puede ser cierto. Es la realidad de muchos espacios de la ciudad. Mientras salíamos, algunos obreros ya estaban desarmando "la platea". Un enorme esfuerzo realizado en pocos minutos, porque esa "platea" se transformaba... en el escenario de la siguiente obra. Esto de ser platea y escenario alternativamente, daría para muchos análisis teóricos sobre la utilización del espacio escenográfico. Pero entiendo la posición de Raul. Quizá no todos estemos preparados todavía para el así llamado "off" (así titula el programa a esta obra: "El espectáculo de teatro off más premiado de 2003"). Posiblemente la "incomodidad compartida" sea más aceptada en el Abasto que en Recoleta.
05/07/2004 11:45por Ricardo ( 35 Otra vez el milagro...de los actores. Con esta gente que trabaja de actor, con esta entrega y ese talento, cómo no podemos construir un país mejor! Veía la obra -que por supuesto habla del país- y no podía dejar de admirar al actor-hombre y al hombre-actor (incluyo por supuesto a la gran mujer del elenco). ¿Qué pasa con ese hombre cuando baja de la escena y sale a la calle disfrazado de ciudadano (me pregunto si es un actor que trabaja de hombre)? ¿Qué pasa con nosotros cuando salimos del teatro, cuando salimos de nuestra casa travestidos de argentinos? Cómo podemos desplegar tanto talento y esfuerzo como actores, médicos, obreros, padres, hijos...y no lograr Un País.
Si la obra me hizo reflexionar todo esto...viva la obra!
05/07/2004 01:16por Ricardo ( 35 Un grupo numeroso fuimos a ver esta obra. El edificio del teatro nos sorprende. Qué gran esfuerzo del Complejo San Martín. Un teatro frente al río donado por Quinquela Martín, las filas de butacas con los colores del maestro. Una buena exposición de fotos en el hall.
Sabía poco sobre Ghiano, ahora sé un poco más, leí sobre él en la revista del Teatro San Martín. Trata de rescatar en los cincuenta al sainete y al grotesco. Y ahora en el siglo 21, en otra vuelta de tuerca, intentamos rescatar a quien rescataba el sainete.
Al escribirlo ya estoy reflejando el esfuerzo, los mecanismos que hay que desempolvar (pero sin quedar envueltos bajo el irremediable polvo del tiempo).
Confieso con cierta pena que la obra no me interesó, nunca pude quedar atrapado por esta mezcla entre Madame Bovary (según algunos estudiosos) y Niní (según muchos de nosotros). La actuación es buena, Marita Ballesteros está muy bien (a pesar de ser Narcisa, no tiene tanto protagonismo en esta puesta como lo tiene para el patio del conventillo). El resto del elenco también está muy correcto, el vestuario, la escenografía.
De cualquier manera, como todo lo que se propone el San Martín es serio, de nivel. Y como dicen algunas espectadoras: el San Martín siempre te asegura un mínimo de calidad...pero el máximo también puede ser posible.