24/07/2017 20:02por Jazmín C 36 Atravesar la obra fue como entrar a una fiesta a espiarlo todo y muy de cerca. Fue vestirnos y subirnos a los tacos de la protagonista, bailar, beber, cantar. Tacos que sostenían un cuerpo que intentaba hacer equilibrio, y aunque nos generaba nervios agradecíamos cuando trastabillaba, se doblaba, explotaba. Explosiones que no generaban derrumbe, sino destellos de luz, explosiones de los deseos mas íntimos de ella. Que todo se quede quieto, como una montaña. La fiesta se transforma en eso, una gran montaña a la que escalamos a festejar. Ese festejo no es solo de alegría sino también de las cosas que no queremos compartir. Estamos en esa montaña, festejamos la vida, esa fiesta donde estamos con nosotros mismos.