12/10/2021 12:38por Colorau 9 "Ni la primera ni la última" parece un complot contra la cultura condensado en un instante. Juega con las dicotomías y las pone al servicio de siete funerales y dos fiestas, desarrollándose al unísono en preciso cambalache. La impresión es de presenciar una escena del último día del arte, tal vez un instante antes de su muerte, tal vez un instante después, en ese momento sin tiempo en donde la revelación y el encuentro es posible. La obra tiene un gran compromiso con lo que pasa, y con nada más: hay parodias sin rostro, muertes sin estatismo, músicas sedimentadas, burlas a la gravedad y un par de espíritus jóvenes cuya intensidad recuerda la potencia de la gran tradición de La Zaranda. Gracias, gracias, gracias. A Ulises, Deseo, Lihuel y lxs organizadores, que dejan a la vista que el circo permite pensar, ultrajar la ley, vibrar, sentir y resistir al absurdo.
12/08/2019 10:43por Christian K 9 La obra no es una representación de una novela sino una condensación del mismo drama que Dostoyevsky cifró en su texto. Con un nivel de eficacia que puede darle envidia a cualquier compañía de danza el grupo logra suspender la incredulidad y traducir en movimiento grandes traslados por el espacio y el tiempo, sin saltos, mostrando los hilos de oro del pasaje de un lugar a otro, de un momento a otro. Con Karamazov César logra que el teatro respire, y consigue que no precise aburrir para dar que pensar, que no demande ser tosco para estar vivo, que no necesite ser exacto para ser perfecto. Gracias, gracias, gracias.
