17/11/2024 09:01por Fernando 36 Muy buena y ajustada la puesta, las actuaciones, todo.
El talento de Roberto Cossa tiene la frescura de los clásicos.
La ví en el Alvear en el 85 y sigue teniendo una actualidad permanente.
Entre un elenco muy parejo se me ocurre destacar al actual Rudolf Krankel, en el papel q hizo Jorge Marrale en aquella ocasión.
Y para completar el eterno retorno, la escenografía de Calmet recrea aquella y salva con astucia la adaptación a una sala algo chica para semejante obra.
Si pueden no se la pierdan, es teatro del bueno.
16/07/2023 14:45por Fernando 36 La obra sacude todavía hoy. La he visto 3 veces y esta, me parece la versión más parecida al teatro de los sesenta.
Las actuaciones son muy buenas o excelentes y las criadas, tenebrosas, como dice alguien más abajo.
A su vez me pregunto si ese actuación marcada así, no es algo "expulsiva" para los expectadores. Recuerdo que en aquellos tiempos se usaba conmover al público, incluso agredirlo verbal y físicamente. (En una obra de Abelardo Castillo el protagonista arrojaba una moneda al público y a veces el que la ligaba quedaba... ¿creo que era Alcón y era Israfel?)
Me conmovieron pero me quedó la pregunta de si era necesario tanto. Menos mal que no llegó a hacerlo suicidarse en serio... pero a Pablo le costó salir del personaje. Con representarlo nada más, ¿no sería suficiente?
12/06/2023 12:52por Fernando T 36 La obra resulta muy buena y divertida en general. Transforma un comienzo "plomífero" en muy interesantes reflexiones sobre el teatro, la representación, los actores y sus fantasmas; y las relaciones padres-hijos. Allí sale lo mejor del texto.
Para esto el autor (o la gacetilla) la presentaron como una ficción/difusión científica y recurrieron a contraponer dos "supuestas" personalidades diferentes. El recurso es "más manyado que el tango La Cumparsita."
Lo hicieron muy bien Aristóteles, Galileo; Lawrence (Heredarás el viento) y Frayn (Copenhague).
También está Amadeus, con la tan exitosa como burda y falsa controversia entre Salieri y Mozart. Pero todo es relato así ha quedado cristalizada.
Lo mismo pasa con el principio de La desobediencia de Marte: es la parte más pesada/forzada. Pero a partir de allí se permite cuestionar y formular preguntas y reflexiones que dan lugar a las escenas más jugosas. El cierre es imperdible: Osmar "Tycho" Núñez ha hecho una muerte sublime y Lautaro "Keppler" Delgado, maravilloso, se pregunta: "¿De qué trata la obra?"
22/05/2023 11:11por Fernando 36 Muy buena la elección de los cuentos y su "forma" teatral muy respetuosa y adecuada.
Todo muy cuidado y trabajado. Muy buena.
11/02/2023 13:23por Fernando T 36 La actuación de Pompeyo Audivert está más cerca de Sapag o Francella que del gran Lorenzo Quinteros a quien “dedica” su ejercicio.
Hay una serie fatal de lugares comunes en una mezcla rara que muestra una falta notable de unidad y DIRECCIÓN:
• Las representaciones son machiettas grotescas de arquetipos de mujer, de brujas, de petisos… El pobre Banquo es representado como tal y su cabalgadura es un pony o un asno. Para distinguirlo de Macbeth los hace como parodia de Quijote y Sancho.
• La “intervenciones” al texto son burdas y televisivas, explican en vez de narrar. Son guiños para la tribuna sobre la “política”, “el poder” y hasta el cierre con un fragmento del Poema Conjetural de Borges y la omisión de la frase “…una historia contada por un necio, llena de ruido y de furia…” lo son.
• La estética de Mefisto de Istvan Szabó se cuela por todos lados. (Esto es lo mejor)
• Todo está dicho en alta voz desde el principio al fin. No hay pianos ni susurros ni cambios de ritmo.
• El cello acentúa y da la tónica dramática a algunas escenas como la batería/bombo de los circos marca los momentos de los payasos en los circos. En las pocas líneas que tiene que decir, titubea y se equivoca. (función del 10/2/23).
En síntesis: si fuera una muestra de fin de año y durara 10 minutos, sería maravillosa. Pero dura una pretenciosa eternidad.
12/05/2022 16:39por Fernando T 36 Lo único que se salva es la actuación de Vainstein, pero no alcanza. El texto es muy malo, los diálogos, peores.
Los actores hablan sin "pisarse", dejando ese tiempo fatal entre 2 parlamentos. Todos gritan pero al único que se le entiende es a Vainstrin, que se ve que estudió dicción. La música es muy floja y la bandoneonista toca todo empastado.
Resúmen: fatal, abstenerse. No se cómo llegó hasta allí. Si es cierto q Dubatti dice q es imperdible, hay que hacerlo ver: el Alzheimer lo ha atacado.
18/02/2022 06:56por Fernando T 36 Un logro ese telón transparente que que muestra "velada" la obra.
Entre Bergman y su "Detrás de un vidrio oscuro" y esta puesta de Ibsen que vemos "Detrás de un velo nebuloso" se refleja maravillosamente nuestra imposibilidad de comprender/abrazar totalmente a las pasiones, al arte, al otro.
Hermoso volver al teatro clásico y de texto.