19/05/2019 12:38por Horacio 271 Pude verla, por suerte. Tarea nada sencilla: apenas salen a la venta las entradas, se esfuman.
Por suerte.
Entre mis torpezas de este tiempo (llegar cinco minutos tarde con el tan admirado por mí Capusotto esperando para comenzar la obra, y yo, con ganas de que la muerte se apiade de mí en ese instante y fracasar, también, primera y, ruego a los Cielos, última, lo que dejo escrito para que alguien que haya estado le ponga nombre a ese imbécil que llegó tarde y, si es que alguien de la producción de la obra lee estas torpezas reciba todas las disculpas habidas y por haber) padezco la de no poder poner en palabras lo que sale del molde, lo subyugante, digamos.
No puedo poner en palabras lo que vi ayer a la tarde. Sí decir que me/nos perturbó hasta el fondo.
Habría que volver a verla para procesar y digerir tanto, tan bien escrito, tan bien dirigido y mejor actuado por los siete artistas (ocho, si se cuenta a Analía Couceyro, impecable en su intervención multimedia) que le dieron vida y sentido al texto arrollador de Lambroghini.
La sexualidad, el uso de los cuerpos que el poder viene perpetrando desde la Edad Media sin que nada haya cambiado demasiado desde entonces, en un transatlántico abandonado: el delirio como modo de explicar lo inexplicable. Y Suecia como castigo/destino final. Genial todo.
Y las actuaciones, todas y cada una. Excelente. Ojalá puedan ir y lleguen a tiempo.
18/05/2019 13:26por Horacio 271 Siempre supe que iría, pero algunas opiniones aquí deslizadas me generaron dudas. Por suerte me dejé llevar por mi instinto y no fallé. Porque la puesta de Banegas me deslumbró. Comienzo por el principio: la Corifea y la coareuta y el coreuta (el para mí reconocible Hernán Franco, el "Yago" de la perdurable Othelo de La Carpintería) quienes a partir de una entrega corporal y vocal admirables, enmarcaron (todo el tiempo, no salen un instante de escena) el clima de esta tragedia de intérpretes descalzos. Nunca gritaron, nunca desentonaron, siempre acompañaron con estilo y talento esta pieza tan compleja. Sigo. La pianista (porque hay un piano en escena, que al igual que les integrantes del coro está presente durante la hora y media de la puesta) impecable: pasaron las horas y los acordes de la música de Carmen Baliero me martillaban la cabeza y acentuaban la emoción con la que salí del Cervantes. Y sigo, como para ir terminando: la puesta de luces, la inteligencia con la que se aprovechó el espacio, la inteligencia y la dignidad con la que se expuso esta tragedia milenaria, todo fue justo, preciso, austero, inteligente y honesto. Muy bien sostenido por las interpretaciones: si Guilermo Angelelli compuso un Edipo sin fisuras, no quiero terminar esta larga opinión (desafiando siempre la tolerancia de los animadores de este espacio con el opínólogo que escribe) sin ponderar a la Yocasta de Elvira Onetto. Deslumbrante interpretación. La composición de su personaje (tan bien marcada por la dirección). Su declive hacia su trágico final, despuntado en una escena en la que ella expresa con su cuerpo lo que sólo pueden hacer las personas que, como ella, actúan como quien respira.
Por si quedan dudas: me gustó muchísimo. Es una obra que dejará su huella, que no debe perderse, como tampoco dejar de apreciar el maravilloso estado en el que se encuentra el Cervantes, pletórico entre tanta devastación, gratitud que le debemos a unos de los pocos funcionarios de este tiempo amarillento que se lo merece: Alejandro Tantanian.
12/05/2019 13:29por Horacio 271 Volví una noche: nuevo escenario, nuevo elenco (ya lo había visto a Bruza, anoche, 11 de mayo, lo vi a Lestingi, superar la altísima vara que le dejó el entrañable Claudio Da Passano) y la sensación de siempre: haber presenciado la obra más importante de los últimos 30 años.
Como el Mudo, que cada vez canto mejor, la dramaturgia de Kartún, cada vez suena, se siente, mejor. Barajo, dijera Tatita.
02/02/2019 11:17por Horacio 271 Toda la ternura de la que es posible este mundo despiadado, en el texto, en la actuación (arrolladora, descollante) de Juan Pablo Geretto. Mi año teatral no pudo haber empezado mejor.
15/12/2018 11:18por Horacio 271 El domingo pasado quise y no pude y, por esas razones de una tozudez a veces inexplicable, volví ayer, viernes 14 de diciembre al Regio para ver "Madre Coraje".
Como la obra se está levantando, dejo mi opinión, si promediase la temporada, me callaría. La razón: esa patrulla en el desierto dirigida (?) por José M. Muscari está integrada por actrices y actores, en su mayoría, entrañables y talentosos.
Por todas, su protagonista quien, ayer nomás, compuso una Filomena Marturano perdurable, impecable e implacable. Pero que no supo (quizás no se pueda) con ese torbellino de la nada misma que propuso el director para esta puesta muy (demasiado) Muscari.
O peor, de una tergiversación pavota de un clásico. Aunque deba reconocerse que el mismo director lo anticipe en las palabras garabateadas en el programa de mano.
A tono con tantas y tantas propuestas del CTBA de Jorge Telerman (replicada en otros suburbios teatrales y líricos de una ciudad que supo ser algo distinto que este masacote de portland que al que nos vienen condenando) se "aggiornan" clásicos. Y el fracaso es cantado: porque ninguno de los realizadores que he visto en esa tarea de aggiornamiento tiene alguito de Shakespeare, Gógol, Moliere o Brecht, como en este caso.
Y si a Pompeyo Audivert no se le permitió estrenar una puesta con dos actrices jugando papeles concebidos por Beckett como sujetos varones (aludo al ilegal evento, triste y perdurable de "Esperando a Godot" y la humillación perpetrada en detrimento de las talentosas y queridas Analía Couceyro e Ivana Sacharski, que no debemos olvidar), aquí a Muscari se le tolera (y no está mal que así sea, quede claro) que en esta versión los soldados alemanes sean algo así como cosacos; entangados en cuero, que muestran sus cuerpos (muy bellos, quede claro) al estilo de los strippers de finales del siglo XX; que el militar interpretado por Héctor Díaz, aluda a un "combatiente montonero" al que se tiraría desde un avión al mar; o que se haga embellecer al texto de Brecht con las genialidades de Jorge Lanata, cuando en la voz de Lapacó, se alude a la "grieta"; o las referencias los jueces "corruptos" (post guiño a la platea que se la sabe una recua de de insensatos que si no se les aclara todo bien aclaradito no entendemos) que dejan en libertad a los "ladrones". Y así podría seguir enumerando una delicia tras otra de ese bochorno teatral que por si quedan dudas es Muy (demasiado) Muscari. Dicen que el año que viene vuelve Mauricio Kartún al CTBA. Quien lo sabe.
12/11/2018 21:12por Horacio 271 Excelente, emotiva, sutil, brillante puesta, dirigida con sensibilidad, actuada con brillantez por un elenco esencial y parejisimo (que durante la función del domingo 11 de noviembre debió sortear una situación que les excedía, con total solvencia), en el que se destaca (como siempre) Graciela Dufau.
08/10/2018 14:39por Horacio 271 Tan, pero tan decepcionado quedé que estuve a punto de obviar un comentario. Quizás, por esas cosas del aprecio a varios de los artífices de esta puesta debiera haberlo evitado. Sólo decir que nada (pero nada) funcionó.