25/06/2017 12:44por Horacio 271 Siempre es bueno echar un vistazo a lo que la calle Corrientes ofrece para quien disfruta mucho de otro registro teatral, particularmente, cuando se pasa por experiencias que convocan a artistas reconocidos y queridos por el público a partir de otros formatos (y no solamente, recuerdo a los 4 en tantas otras puestas teatrales, brillando).
Nada está mal en 'Los vecinos de arriba', salvo un texto escrito para pacatos o sobrevivientes del siglo XIX vivos por estos días.
Mérito, entonces, de Daulte y de Vallina, Peña, Peretti y Ferro (en ese orden, en mi mirada), el de sortear ese texto imposible, para colmo de males, con poquita inversión en escenografía y vestuario (cambiamos, nomás)
Con todo, quien pase por el Metropolitan la va a pasar muy bien.
25/06/2017 11:50por Horacio 271 Sobre la imposibilidad de actuar a Walsh, en sus últimos momentos. De eso trata esta logradísima (y muy emotiva) puesta muy bien sostenida por Marassi, Banega y Shifres.
23/06/2017 10:49por Horacio 271 La había visto, hace más de un mes y anoche, jueves 22 de junio, volví al Regio.
Quería asimilar mejor ese texto demoledor y si de mi primera vez me fui contento, anoche salí deslumbrado.
Y conmovido. Nada que agregar a lo que ya se ha escrito sobre Osmar Núñez: su actuación es total, absoluta.
Tan (pero tan) bien acompañado por Galazzi, Urbaneja y Roca.
Una obra excepcional que desgraciadamente estará bajando de cartel, justo, cuando la puesta está madurando tan bien.
Excepcional, maravillosa.
19/06/2017 09:31por Horacio 271 Muy buena y sentida puesta de esta obra que ya viene siendo un clásico: la escenografía y la puesta de luces, excelentes.
Parejo el elenco, con Marcos Montes haciéndolo todo bien. Su actuación es conmovedora, eficaz, sin un solo golpe bajo.
Y lo más importante: fui con mi sobrina Lara (de 11, casi doce) y un amiguito de ella de su edad lo disfrutaron muchísimo.
04/06/2017 11:36por Horacio 271 Anoche, sábado 3 de junio, quedé deslumbrada con la notable comedia de Mariana Chaud (muy bien dirigida y mejor escrita), hecha con una sensibilidad, inteligencia y buen tono notables.
La trama gira alrededor de la protagonista, Amalia (vaya nombre), en trance de memoria y balance, rodeada de seres fantasmales y de fantasmas que la animan en ese momento, relatado de un modo tan eficaz, tan inteligente que insisto, me deslumbró.
Excelente la escenografía (siempre, pero siempre, menos es más), del texto ya algo escribí y seguiría y desde luego las afinadísimas actuaciones, todas muy buenas, con Claudia Cantero (vaya novedad), unos cuantos escalones por encima, al igual, por cierto, que la protagonista de esta pieza notable, una (plena, deslumbrante) Graciela Dufau.
Creo que junio es el último mes en cartel en Buenos Aires. No dejen de ir.
Vivitos y coleando 2
21/05/2017 13:02por Horacio 271 Volvieron.
Para alegría y disfrutes de chicos, medianos y grandes.
Nada más que agregas a esta propuesta que garantiza el momento más grato posible (para el tío cuarentón que escribe y según la opinión de sus dos sobrinas: Lara de 11 -casi 12- y Camila, de 9-.
Un disfrute.
21/05/2017 12:56por Horacio 271 Toda la desesperanza, todo el desencanto de Armando Discépolo en dos horas.
Y uno queda como queda, después de tomarse de un trago ese brebaje amargo, pero tan, tan, sentido, tan honesto, tan bien escrito.
Sorprende pensar en el trabajo de actores y directora ante una puesta tan exigente desde el texto, porque de tan denso, tan poderoso que es, ha de resultar muy difícil no caer en la declamación de esas palabras escritas.
Y, entre tantos desafíos, el elenco de 'Relojero' sale airoso.
En especial a partir de dos ejes: la puesta (austera, inteligente, poderosa, en definitiva) y las tres columnas sobre las que se sostiene: las actuaciones del 'Tío' (un Horacio Roca sin fisuras); la 'Madre' (el personaje más maltratado por don Armando desde el texto, a cargo de Stella Galazzi, previsiblemente impecable) y desde luego, Daniel el 'Relojero', que da pie a una nueva exhibición de talento de nuestro Osmar Núñez.
Si bien me dejó muy contento la gran respuesta de público (sala llena en el Regio el sábado 20), no está demás insistir en que se viva la amarga, aunque gratificante, experiencia de este clásico discepooliano.