24/10/2019 13:55por Nadia A 3 El sábado pasado tuve la oportunidad de ir a ver Mientras se vuelan los campos. Una obra que retrata la conocida y triste temática apocalíptica de muchos pueblos de nuestro país, ciertamente conocida y que, quizá por ello, podría fácilmente caer en una representación trillada, simple o banal. Pues no.
En principio, es importante destacar que en ningún momento la obra se permite caer en una representación “chabacana” de los pueblos del “interior” y de los vínculos que allí se despliegan. Por el contrario, el texto y la puesta en escena nos invitan a ser testigos del proceso de mutación de un pueblo y de sus interacciones socio-afectivas, del devenir y el despojo paulatino de la vida que habita en las chacras y de unos personajes que, con vaivenes, se aferran hasta el último instante a su identidad, resistiendo así a la consolidación de la experiencia y al sentimiento de desarraigo.
Este péndulo entre la claudicación y la esperanza es representado de manera exquisita por los actores ( David Masajnik y Claudio Pazos) y la actriz (Coni Marino) a partir de un abanico de recursos, tales como: el uso del lenguaje corporal, el sonido – que se transforma en tierra pesada sobre los cuerpos y que, al mismo tiempo que los fija, parece expulsarlos - y la yuxtaposición del humor y la emotividad que, en justa medida, permiten lograr la identificación, la empatía con el espectador.
Ciertamente, Mientras se vuelan los campos nos brinda en una hora de puesta en escena una serie de sensaciones que nos invita a reflexionar y a sentir una realidad que, muchas veces, se nos presenta como lejana.
¡Vayan a verla!
20/10/2018 12:18por Nadia 3 Un espectáculo que , en tiempos ajetreados, nos invita a realizar una pausa reflexiva mediante un repertorio musical de ensueño. Esto, acompañado de la cuota justa de humor y frescura de los intérpretes en escena, hace de la obra una pieza excelente digna de volver a ver y escuchar.
