09/02/2009 23:19por Ricardo E 37 Soy un frecuente espectador del teatro off (y también de los del CTBA). Me he acostumbrado a teatros de menos de 70 localidades, a estar cerca de los actores, a cierto no confort, a $ 30 la entrada y no a $ 90 ó 100, a la búsqueda, a un "no star system", al riesgo, a autores argentinos que dirigen (y viceversa). Podría seguir.
A veces "tengo" que ir a los teatros "serios". Y cualquiera sea la obra, siento que a pesar de las buenas butacas, actores prestigiosos, obras exitosas que recorrieron el mundo... estoy incómodo. Por un lado me siento reconfortado de ver tanta gente que llena un teatro grande (lamentablemente en el Metropolitan 2 hay que subir y subir y subir) que realmente goza la obra, atrapados por la buena actuación de los actores -cualquiera sea el tema- se ríe, llora, aplaude a rabiar, lo pasa muy bien. Aplaude a los actores cuando entran en escena, y éstos no pueden evitar ciertas reciprocidades. Repetición de tics, marcas de fábrica... Todo bien.
No sé realmente que mensaje quiere transmitir la obra. Supongo que los actores están muy bien, al igual que la escenografía, el vestuario, la iluminación, la correcta dirección de Daulte. Carlos Casella es responsable del buen pas de trois (recordé el genial Pata Pata de Automáticos). Me gustaron los colores de los puff, las sillas de Philippe Starck... Todo bien. Que sigan los éxitos.
09/02/2009 22:34por Ricardo E 37 Coincido con todos los comentarios absolutamente elogiosos. Es un actor sumamente interesante que resume en su actuación los grandes que lo precedieron en ese género. En sus personajes femeninos hay citas a la gran Niní Marshall (aunque en esa época los personajes no eran "tan negros"), al gran Jorge Luz; a Gasalla; a "la Pavlovsky" en su comunicación con el público. Muy valiente cuando "es él", una muñeca para ser vestida con diferentes ropajes.
Respecto al sensible (sensiblero?) final, he escuchado algunas críticas. Es la decisión que un actor -que sabe que atrapa a su público- debe decidir tomar... O no.
28/11/2008 20:44por Ricardo E 37 Es una obra entretenida, bien actuada, con una puesta muy bien resuelta en el espacio de la sala más pequeña del teatro. En algunos momentos me hizo recordar a La Madonnita (lo que es un elogio) especialmente por la actuación de "la hija", sensacional en su expresividad, sus silencios, su manejo del cuerpo, y su protagonismo en el sorprendente final.
Lo que aparenta ser una "obra costumbirsta" , con el patio, la camiseta y el mate, depara más de una sorpresa. La contemporaneidad de las profesiones de Don Pancho y el Vendedor, y la actitud final de Zulema, donde se mezclan el Ser Argentino y la tragedia (griega ?) le dan a la obra una dimensión universal.
24/11/2008 21:50por Ricardo E 37 Cuando una obra va precedida de tantos elogios, auspiciada por la embajada de Francia, Lagarce es el autor más representado de Francia (según la nota que Alternativa Teatral publica sobre este autor fallecido muy joven), la "media" comercial la ha alabado tanto... me resulta difícil independizarme de todo este cúmulo.
Voy a tratar de expresar lo que me pasó con la obra:
1. Se da los sábados y domingos a las 18 horas, cuando el sol del verano es muy fuerte. pero el pasillo del Espacio Callejón es fabuloso en ese sentido, con sus plantas y arquitectura tan amiga. El inusual horario seguramente se debe que con un "cast" tan prestigioso, los actores tienen otros compromisos.
2. Como ocurre con muchas películas, cuando el elenco es demasiado "bueno", hasta el mejor público desconfía.
3. Soy un admirador de Daniel Hendler en el cine. Su Perelman, su Paranoico, son realmente creaciones duraderas. No sé cuales son sus antecedentes en el teatro, pero esta obra de monólogos, sin duda no le permite una "práctica actoral" adecuada, porque son largos y monótonos monólogos (cuántas "o") mirando al público (muy parecido a una cámara de filmación). O sea que para la experiencia de Hendler, esta elección no ha sido la mejor. Y para el público tampoco.
4. Es una obra aburrida, sin interacciones entre los personajes, "dramáticamete profunda". Hendler podría estar, podría no estar, podría salir desde un video (a lo Pollesch), una voz en off. Prácticamente él no tiene diálogo con el resto de los personajes. No es una obra de diálogos sino de monólogos. Cada actor hace el suyo, correctamente iluminado, salvo Hendler que tiene varios.
5. El gran escenario juega a veces una mala pasada en la recepción de las voces. Hay un cierto eco o rebote que debiera ser solucionado.
6. Esta obra se dió parcialmente en formato semimonatado en el Kafka. Yo ví en ese espacio algunos semimontados, y me resultaron más interesantes que cuando se montaron formalmente.
7. Algunos de los actores están/estuvieron en obras de Timbre 4, y eso me hizo extrañar cierta frescura, cierto aire que esta obra no tiene por su tema, por su concepción.
8. A medida que transcurría, la obra me hacía recordar cada vez más al Zoo de Cristal del gran T.Willimas. El hermano que vuelve, la hija que se queda viviendo con la madre (posiblemente Valentina Bassi se transforme con los años en una coleccionista de animalitos de vidrio), la madre (ya no del sur americano pero de un pueblo francés parecido). Y entonces -sé que es injusto lo que pretendo- ya que estamos en un drama familiar... extrañé la última puesta que Barney Finn hizo de La Gata.
25/10/2008 16:16por Ricardo E 37 El espectador habitual de Timbre 4), y que ha visto ya varias obras en ese espacio tan cálido, comienza a establecer un "ranking", una exigencia, cierta competencia entre las distintas obras (...más o menos que Coleman? Marito o Héctor? van a entrar por la ventana que ahora es puerta...?). Es inevitable (por lo menos en mi caso) y eso le agrega uin atractivo más.
La obra venía precedida de críticas y comentarios periodísticos muy elogiosos, que fueron publicados... muy rápidamente. En "cierto teatro off" eso es indispensable. En el caso de Tolcachir y/o de Timbre 4 me parece que no lo es, y que incluso funciona como un condicionante. Es uno de los pocos teatros -en mi opinión- en que las obras funcionan "casi" solas; no necesitan de la legitimación de la crítica profesional.
Todo este speech para ponerme más en claro sobre Tercer cuerpo, porque soy tantos Ricardos distintos como las obras y/o espacios que veo.
Primero quisiera hablar de todo lo muy bueno: que es casi todo.
- el manejo del espacio: Tolcalchir conoce tanto Timbre 4 (ni que viviera allí) que todo lo que hace en ese "monoambiente" es fascinante. Dos, tres, cuatro o más situaciones al mismo tiempo. Cinco personajes que caminan, hablan, pelean, duermen, entran, salen, comen, sufren, ríen...
- las 3 actuaciones: El trío de Sandra, Moni y Héctor son superlativos. Sorprenden a cada momento con un texto exacto.
- la distribución de los asientos del público: muy cómodo, mucho más que en las obras anteriores.
- todo es a la vez simple y complejo, cómico y dramático. Lo "bi" pasa por todos los personajes.
No tengo la misma certeza sobre la pareja joven de Sofía y Manuel. Reconozco que es un desafío haberla colocado en un espacio y tiempo distintos, con otro idioma, otro código. Pero,
27/06/2008 19:42por Ricardo E 37 Hace dos años que vi esta obra. Y tengo muchas ganas de volverla a ver. La recuerdo como una de las grandes que vi en estos últimos años, junto a De Mal en Peor, Automáticos, La Omisión de la Familia Coleman.
Me preguntaba el porqué de esta nostalgia por la obra, y quizá la repetida caricatura que está haciendo el actual gobierno sobre los "oligarcas del campo", me hizo pensar en El Niño de Mike Amigorena. La famosa "anticipación" de los escritores/dramaturgos. No sé si Kartun pensó que en algún rincón -salvo el mental de las autoridades- existía todavía en el 2006 este personaje (que tuvo su cúlmine desde marzo del 2008).
Leí sobre la obra, me interesó su génesis.Jorge Dubatti en su libro señala que le llevaron a Kartun 7 años las distintas versiones. Amigorena en un reportaje señala cuánto hubo que achicar de esta obra, y aún para algunos (muchos?) resulta demasiado larga.
Al respecto de la duración, no creo que haya muchos ejemplos exitosos de obras dadas en el país cuya duración sea excesiva. No hay Orlandos Furiosos, no hay Peter Brook. Incluso algunos ejemplos de Spregelburd son solamente para un público valiente (y amigo).
Lo superlativo, lo mayúsculo tiñe toda la obra. Comenzando por la dramaturgia, el atreverse al verso pampeano, la actuación genial, la vaca, la escenografía. Todo habla de una búsqueda, de no repetirse. El trío en la obra (al igual que en La Madonnita) funciona perfectamente.
Otro ejemplo de una gran obra que comienza en un teatro oficial (afortunadamente) para luego poder seguir en teatros privados.
27/06/2008 16:42por Ricardo E 37 Entrar a Este Teatro para ver Esta Obra, me conectó de inmediato con una onda de gran jerarquía:
. Andamio 90: El Teatro, El Lugar de la Gran Alejandra Boero;
. En el hall, la boletería donada a Alejandra por Carlos Rottemberg;
. "Volvió una noche", un clásico de Eduardo Rovner, que junto a Tito Cossa, Carlos
Gorostiza... forman parte de nuestro teatro. Y Nuestro Teatro.
. Alejandro Samek, el director: hijo de Alejandra Boero.
. Norma Pons: gran actriz "reciclada" para el "teatro serio";
. Daniel Marcove: y su trayectoria en el IFT (otra Institución);
. El Elenco: todos grandes.
O sea que no se puede ser un espectador imparcial, afortunadamente. Hay que acercarse al teatro, mirar las fotos de las paredes, pensar en todos los discípulos (Claudio Tolcachir con suTimbre 4 casi en pleno)...y gozar la obra.