Vida y muerte de Ricardo III Rey de Inglaterra (o de cualquier otra parte)

Ricardo vive. No ha muerto atravesado por cien lanzas en las praderas de Bosworth, su cadáver desnudo no yace colgado al sol en la plaza de Loreto, no se pudre en una cárcel común esperando su juicio. Ricardo vive y sus palabras alimentan la espuma del rencor que lo trajo al mundo, deforme, contrahecho, listo para tomar el cielo por asalto, para dejar que otros asesinen en su nombre, para apostarlo todo en una partida de póker, contra la vida, contra la muerte, contra el horror, contra el espanto, contra la historia que nos enseña que, quinientos años después, aún no hemos aprendido nada.

Versión unipersonal de la tragedia de Shakespeare que busca, como toda tragedia, desnudar la naturaleza conflictiva de lo real, los límites de toda política, preguntarse y preguntarnos, desde el teatro, cuál es la posibilidad de construir una vida común en un mundo cada vez más desigual, injusto y peligroso.