Desierto

En escena, cabina de dirección del teatro Griego Frank Romero Day.La Fiesta Nacional de la Vendimia está a punto de empezar-El público clama por su inicio.
Llega apresurado a la cabina el director general y le informa a la directora musical allí presente, que el estudio musical con las grabaciones de la fiesta se incendió, muriendo allí el autor del guión del espectáculo.
Con el único guión que queda, rescatado de las pertenencias del difunto escritor, algunas grabaciones rescatadas, y música y sus voces en vivo, el director general y la directora musical, deciden improvisar la fiesta.
Ellos, además, son pareja. Ella está embarazada y está en probable fecha de parto-
Así transcurre la obra, entre las acciones que ellos realizan en la cabina parta improvisar el espectáculo (en escena), y lo que termina siendo el desarrollo del mismo (en una pantalla de cine)
Los audiovisuales de “Desierto” narran la historia de un tomero que cuida con su oficio, el agua; pero un día despierta, y descubre que el oasis que sus ancestros construyeron y que él debían conservar, ha desaparecido: que volvió el desierto.
Entonces comienza la epopeya del tomero por recuperar el agua y vencer al desierto.
Lo ayudan en su aventura, la guía de una misteriosa niña que se autodenomina “última gota para tu sed”.
El estilo lírico - dramático del guión (recreado en la puesta en escena), está signado por la idea de la “quimera”, el sincretismo entre seres, modos de vida y visiones del mundo aparentemente incompatibles, e inclusive, irreconciliables, pero que son posibles en las míticas construcciones de nuestra ambigua cultura mendocina, tan hija del oasis como del desierto.
Los fenómenos climáticos y los accidentes geográficos mendocinos, se vuelven metáforas de las emociones humanas que recorren a todos los personajes, y metáforas de los hechos de nuestra historia, que se entrelazan con las peripecias individuales de lo que resulta ser un “rabdomante del alma humana”.
Del alma de Mendoza. Tierra del sol. Del “Desierto”.