Berretines que tengo con los pingos

Al contraer matrimonio con la hija de un rico comerciante italiano, Julio se ha comprometido a no jugar más a las carreras. Pero rompe el juramento y llega en su pasión turfística a robarle dinero a su suegro, pero como éste lo perdona porque le reintegra su dinero gracias a una jugada favorable, el joven resuelve abandonar los "burros" y emplearse de mozo en el café de su padre político.

"Podemos hacer notar que entre las diferentes producciones de asunto turfístico durante el breve tiempo que llevamos de temporada, ésta sale de lo vulgar y no presenta exageraciones, ni ridículos para obligar al público a sonreír." El Diario Español

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