Una metáfora del Puerto Rico de hoy en el mundo represivo y demente del siglo XIX.
“–Si un demente dice algo MUY peligroso, y otro lo oye y lo repite... y si ese demente que repite, salta las paredes de este Asilo y grita eso que oyó por todas las calles de la ciudad... ¿qué tenemos, ¿ah?, dime, ¿qué tenemos? –Tenemos Revolución.”
Tras los violentos sucesos provocados por la pugnas políticas y sociales del Puerto Rico contemporáneo, también se impone su análisis y su reflexión desde perspectivas artísticas. En ese análisis se puede afirmar que mucho del hoy se explica con el ayer, y para ello el dramaturgo nos devuelve al año 1887, año de las terribles torturas conocidas como “los compontes” con los que el Gobierno del dictador español Romualdo Palacio reprimió y persiguió al separatismo y al autonomismo en nuestro forjador pero doloroso siglo XIX.
La historia de BRUJA DE DIOS comienza cuando una joven mujer es violada por el propio Gobernador Palacio durante uno de los bailes que ofrecía en su finca de Aibonito.
Para esconder la atrocidad de los hechos y las gritadas denuncias de la joven, la Guardia Civil la encierra en el viejo Asilo de Beneficencia de San Juan, donde es tomada por loca. Para descubrir la razones de la “histeria” de la mujer, un psiquiatra trata de sanarla con las nuevas teorías desarrolladas por un joven austriaco llamado Sigmund Freud. Entre médico y paciente se desarrollará una alta tensión emocional, sexual y política que resquebrajará los cimientos de lo que alguna vez se creyó firme y sólido en las relaciones entre los puertorriqueños.
Sobre su obra, señala el dramaturgo Ramos-Perea: “Con Bruja de Dios hablo de la cobardía y de la valentía de hoy. Hablo de la conveniencia contra la dignidad, del engaño contra la ingenuidad, hablo de la utopía, de la solidaridad y de la esperanza y pienso que el teatro nacional, en el rescate de la historia de la Nación que le da origen, nos explicará lo que nos pasa en este presente tan destrozado por la barbarie”.
Debido al fuerte contenido sexual de algunas escenas, la obra se declara NO APTA PARA MENORES.
Compañía de Teatro del Ateneo Puertorriqueño