19/09/2024 21:00 Claudio F 9 El personaje, aparentemente solo en escena, padece un dolor insoportable que no comprende; no puede comprenderlo porque la obra es contundente: no hay modo de comprender por qué amamos, por qué nos aman y nos dejan de amar, No, no hay chance alguna: nunca lo comprenderemos, aunque el dolor se haga sufrimiento eterno o nos peguemos un tiro en un rincón. “Se despide el campeón” es sin dudas una obra existencial que acojona, que como un jab o un uppercut nos deja en la lona. Se trata de esas piñas que vemos venir y venir y de todos modos no podemos evitar recibirlas y caer. Sabe mucho Camus de esto en “La caída”, novela, que como en esta obra, habla de inocentes con sentimientos de culpa, con abandonos intolerables, con desasosiegos ante el horror de ver a golpes la verdad. Como en Roberto Arlt, aquí las piñas nos involucran y también las damos nosotros. Vemos anverso y reverso, deseo irrefrenable, besos en la nuca, mimos entre hombres duros y fatales, besos y caricias y abrazos sin frenos entre machos que no fueron entrenados para sentir tanto. De una manera que casi asusta de tan lograda, la obra tiene dos protagonistas, aunque sólo uno esté vivo, apenas para intentar una pelea más. Sí, se trata de cómo amamos, de cuánto negamos acerca de nosotros mismos, de qué modo en un cerrar de ojos no podemos ver de tanta sangre y pasión oscureciendo nuestra raciocinio, esa oscuridad de los más grandes personajes del teatro, los que en su ceguera terminan de construir la tragedia. El deslumbramiento que desde la escena llega al corazón de la platea es brutal, maravilloso, abre y cierra todo el tiempo lugares del alma, nos exige que aguantemos la cuenta hasta diez y nos levantemos para sobrevivir un rato más. Y de un modo inexplicable, con la sabiduría de un Muhamad Alí o un Boris Vian en estado de gracia, o de un mago o de un recién nacido, o de un filósofo obstinado que se olvidó de lo que supo, todo lo que pasa en el tiempo inverificable y real del espectáculo, como en un music hall desencajado, o en un chiste que nos alela, todo lo que sucede, digo, nos invita a comprender aquello que el protagonista no comprende, y también aquello que tantas veces no nos atrevemos a aceptar que ignoramos. No, no hay manera de hacerse el gil o el distraído, mientras asistimos a esa epifanía que se va sacando de la galera hacia el final inapelable, como todos los finales que inevitablemente llegarán, pero esta vez con la oportunidad de mirar a la cara al otro que haya en nuestro ring privado y personal para terminar comprendiendo que ese rival no es otro que nosotros mismos. El texto, la puesta en escena y dirección y la actuación se disponen en una unidad imposible de escindir. Al fin y al cabo el teatro es un animal furioso siempre alucinado y lúcido, hecho de un modo tan misterioso que solo cabe aceptar que cuando es, como es en esta obra, se hace revelación que agradecemos aplaudiendo a rabiar, para irnos en calma con plena conciencia de que hemos asistido a algo nunca olvidaremos. Sí, “Se despide el campeón” es inolvidable.
18/09/2024 13:45 ROXANA 6 la calidad interpretativa, los tonos, las pausas...conmovedora!
recomiendo, no se la pierdan!
18/09/2024 11:12 Alejo T 15 Una excelente composición por parte del actor. Su personaje emana trabajo, dedicación y esfuerzo. Muy preciso.
Por otra parte, excelente labor de dirección por parte de Dossena, quien muestra que menos es mucho mas. Una puesta simple, con un actor, y de eso emerge toda esta historia.
Por último, gran guión. Gracias señor Zabala por cada palabra encajada como un rompecabezas. Logra atención y fuerza.
Vean esta obra !!!!!!
18/09/2024 08:33 Lucrecia L Marvillosooo todas las emociones juntas .
Un genio
11/09/2024 22:35 Elida N 14 Es la tercera vez que la veo y no dejo de maravillarme, autor, dirección y por supuesto un grande Cristian Thorsen!!!
11/09/2024 19:10 Analia E 6 Genial trabajo me encantó y emociono .los felicito
11/09/2024 09:19 Veronica Muy desagradable la obra. Fue tan fea la experiencia que obnubila la excelente actuación. Una temática delicada tratada muy burdamente, morbosamente innecesaria