Opiniones sobre Recuerdos a la hora de la siesta

  • 16/08/2022 17:42
    Fabian 402
    de esos espectáculos imborrables , inolvidables.
    El genio Dionisi frotó la lampara (una veez mas)
  • 22/07/2022 22:51
    PERLA 86
    Maravillosa obra!!!!! Los actores, los bailarines, los musicos, los titeres, todos insuperables. Para aplaudir de pie!!!!!!!!! La dramaturgia y las coreografías, la dirección, todo todo todo me fascinó
    Creo que es para niños desde 7 años hasta 99.
    Un poquitín larga (lo único que critico)
    GRACIAS!!!!!!!!!!!
  • 13/01/2020 13:49
    VERONICA 3
    HERMOSA..ENCANTADORA ..TE TRASLADA A TU PROPIA INFANCIA
  • 18/08/2019 02:35
    Patricio 3
    Maravillosa obra para chicos y grandes también. Quiero volver a verla!
  • 10/08/2019 11:24
    Luisa 6
    Excelente, increíble, maravillosa, súper emocionante! Todo,todo,todo espectacular
    ,!!!
  • 23/07/2019 01:18
    Gbariel T
    muy agradecido de haber visto el mejor espectáculo con mi hija de 5 años. Ella con la boca abierta, yo me emocioné, no hay mejor paga para el espectador . GENIAL. Gracias, tal vez vuelva a verla. les pido que la sigan dando después de las vacaciones, semejante esfuerzo y talento no es para 15 dias. Maravilloso espectáculo, los padres todos agradecidos. no hubo punto débil. Felicitaciones.
  • 21/07/2019 16:14
    GRACIELA 31
    Desde ayer quiero decir algo sobre “Recuerdos a la hora de la siesta” y no puedo. Escribir algo sobre lo que viví como espectadora es como pretender hablar sobre la belleza del mar luego de haberlo visto por primera vez. Voy a intentarlo, veremos cómo va. Pude ver el ensayo ayer y hoy vi el estreno. Intenté ayer escribir algo y no pude: no lograba encontrar las palabras para hablar de una obra donde las palabras son tan valiosas. Pero hago el intento porque no quiero que la emoción se diluya en el olvido aunque sé que tratándose de este espectáculo eso será imposible. Creo que estoy, después de mucho tiempo, ante un espectáculo que será inolvidable y que se une a esas obras que uno quisiera que no bajaran nunca de cartel y permanecieran para siempre.
    El texto con el que me encontré es profundo, visual, exquisito. Palabras simples llevan a emociones hondas, trabajadas, sentidas. La música es preciosa y suma a las palabras una belleza que hace que no queramos que las canciones se dejen de escuchar, queremos que se repitan, que se vuelvan a cantar una y otra vez. Los colores y las formas que se ven en la escenografía y en el vestuario mantienen el deseo de no cerrar los ojos ni un poquito para no perderse nada. Todo tiene la belleza que acaricia y se va quedando en uno como se quedan los recuerdos. Eso pasa con esta obra. Absolutamente todo lo que se ve, se escucha, se intuye o se siente pasa a formar parte de lo que se va a recordar para siempre. El presente que es efímero y se escapa de las manos, se queda en el recuerdo al que se quiere regresar. Eso siento mientras escribo esto que empecé tantas veces. Eso pasa.
    Al ver a los actores y a las actrices sobre el escenario se siente que fueron pensados desde siempre para hacer los papeles que hacen y que fueron convocados con esa certeza. Lucía Baya Casal es una María adorable. No le gusta estudiar pero ama imaginar historias, pintar sus sueños, inventar palabras. Lucía subyuga y mientras está en el escenario se la mira y se la escucha intentando no perder nada ni siquiera la forma en la que habla al pestañear o al mover las manos. Es hermoso pensar a María Elena Walsh en ella. Andrea Lovera es Dora, la acomodadora, un personaje exquisito que acompaña a María y nos lleva junto a ella de la mano. Belen Pasqualini es la madre de María, su tía y la palabra plapla. Para cada rol tiene un sello particular y distinto, un color y una forna de decir. Canta, baila, domina amorosamente todos los espacios que ocupa. Tan talentosa, Belén, tanto. Cuando es plapla realmente es la letra bailarina y caminadora de la que habla María Elena Walsh en su cuento. Quiero mucho a Belén pero más allá del afecto pondero lo que es como artista y me alegra poder decir que aquí está espléndida. Mariano Mazzei es el papá de María y el doctor. Con bigotes, sin bigotes, hablando algunas palabras en inglés, dando cátedras sobre el té o haciendo de doctor, es un gozo verlo actuar. Mariano es otro artista al que vi mucho. Saber que está es una garantía.
    Laura Silva es La Nona y una de las tías. Como Nona, cuenta un cuentopo que emociona tanto pero tanto. Es la historia de la niña que amaba a las palabras y se alimentaba de ellas en el amor a los libros. Esa niña es un espejo en el que nos podemos mirar todos los que amamos a las palabras y las usamos para inventar historias. Es el momento en el que los títeres aparecen en escena (y les aseguro, están vivos), Laura traspasa: “Recuerde lo que quiera, olvide lo que pueda, invente lo que falta". A Laura nos une un pasado común con una tierra amada y eso también es hermoso. Gimena Riestra es la señorita Maricastaña, una maestra rígida, autoritaria, controladora que en el cuerpo y en la voz de Gimena llena el escenario solo con mirar al público o a sus compañeros. Creo que no quedan maestras así en las escuelas o eso espero pero la que ella construye es adorable.
    Juan Andrés Romanazzi es Rafael y tía Daisy. Nada de lo que diga de Juan es objetivo porque lo quiero pero además de eso, lo respeto como actor y como dramaturgo y eso sí es objetivo. Sentirlo en esta obra es un regalo porque sentirlo feliz da felicidad. Es hermoso lo que hace, muy hermoso. Fede Fedele es Antonio. Conozco el trabajo de Federico desde hace tiempo y me alegra mucho verlo ahora en la Casacuberta haciendo lo que ama y sabe hacer.
    Para el resto del elenco, para los músicos, para quienes se encargaron de las coreografías, para los encargados de pensar la escenografía y concretarla, para quienes iluminan el escenario, para los que diseñaron el vestuario y el maquillaje, para cada persona involucrada con la realización de este obra solo tengo palabras de agradecimiento porque la belleza también merece agradecerse cuando se la piensa y se la lleva a cabo.
    Emiliano Dionisi es el cerebro y el alma de todo esto. Lo crucé esta tarde y le dije que lo celebraba, así de simple. Sonrió y me dio las gracias. Se lo deben decir mucho y todo el tiempo y a mí ni me conoce y es lo que menos importa. Pues ni eso alcanza, el habérselo dicho, porque quisiera decírselo todo el tiempo. Lo vi ver la obra sentado bien arriba, disfrutando como un chico, como un padre orgulloso cuando ve a su hijo grande y feliz. Vi casi todo lo que hizo en su corta carrera. Tiene 32 años pero la capacidad de 10 como él. ¿Exagero? Creo que no. Ya... Uno siente que hay momentos en los que el mundo es más hermoso. “Para ver las cosas mejor de lo que son es importante empaparlas con imaginación…” dice María llegando al final y coincido con ella. Imaginar es lo que hizo Emiliano y a ese lugar nos lleva a todos generosamente. “Para entender que a veces existe otra versión de las cosas, también hay que usar la imaginación.
    Me subo al juego de imaginar también y entonces e imagino a María Elena Walsh feliz viendo este espectáculo y abrazando en cada función a todos los que estamos en la Casacuberta, a todos: a los espectadores y a los artistas, a los que están detrás de escena y a los que están delante, a todos. Imagino que esta obra va estar mucho más tiempo del que se anuncia en cartel, imagino a todas las personas dejándose atravesar por su belleza y por su verdad. Imagino que todos decimos que queremos descubrir lo que queremos ser y que son los latidos del corazón los que marcan la dirección que se abre frente a nosotros. Imagino que nunca dejamos de pensarnos descubriéndonos todo el tiempo, tengamos la edad que tengamos, sin perder la esperanza ni bajar la mirada.
    Siento que Emiliano habla de sí mismo en la última canción. Él pudo como María traer una historia hermosa al mundo y sembrar alegría con ella. Y en esa definición están incluidos cada uno de los que forman parte de “Recuerdos a la hora de la siesta” y estamos incluidos nosotros también, los espectadores que decidimos que esta obra es un regalo que necesitábamos y merecíamos recibir. Siento que le prestó la voz a María Elena Walsh para que hablara de sí misma con el corazón en la mano y para traerla hasta nosotros y transformarla en un abrazo de esos que tranquilizan y sostienen. En esa unidad me quedo y esa unidad es la que agradezco por la movilización que provoca y por la vida nueva que trae.
    Después de la experiencia de “Recuerdos a la hora de la siesta” el corazón late mejor. Lo aseguro.
    Quienes puedan ir, vayan. Las entradas salen 180 pesos pero valen mil veces más. En vacaciones de invierno, de martes a domingo a las 14,30 hay función. Parece solo infantil pero es una obra para todas las personas, tengan la edad que tengan. Ahora sí, cambio y fuera. Quizás haya pecado de intensa diciendo tanta cosa pero no me importa. A los momentos felices hay que recordarlos y las palabras hacen mucho para que así sea.