05/09/2010 15:42 Lulú 11 ¡¡¡Bravo Furriel!!!
El trabajo de Joaquín, superlativo, justifica la obra. Si la recomendé, si la sigo recomendando es porque el trabajo de este actor quedará en mi recuerdo como una de las interpretaciones más entregadas de nuestra escena.
El resto del elenco, lamentablemente, pareciera haberse armado de apuro o impuesto por la propia producción. Contreras se defiende con su oficio y se adueña del verso, pero a Santoro no se le entiende nada cuando habla, Federman directamente es una verguenza. Muriel Santa Ana de principio a fin, no para de recitar cual escolar en acto patrio. ¿Nadie se percató de su candencia? No hay una sola crítica que haga mención a tal crimen. Las últimas escenas entre Rosaura y Segismundo son bellísimas y uno vuelve a preguntarse por qué esa actriz, habiendo tantas otras actrices talentosas y seguramente mejor preparadas para montarse en labor tan exigente. Y en el larguísimo, interminable monólogo del final roba un aplauso a... ¡LA MEMORIA! Con qué poco nos conformamos, espectadores!
Un último comentario: CONTRERAS NO TE PONGAS EN EL CENTRO A SALUDAR PORQUE NO SOS EL PROTAGONISTA. DEJA DE ROBAR.
30/08/2010 22:43 Cecilia 17 Realmente la obra no fue muy buena. Sacando algunas buenas actuaciones aisladas, el actor principal no estuvo a la altura del guión ni de la obra. La escena con el enano me pareció muy bizarra y desagradable. La obra es densa y es muy larga, no entretiene, los dialogos y monologos en versos se hacen dificiles de seguir, aunque confieso que no es mi estilo preferido. No la recomiendo.
Saludos.
Cecilia.-
09/08/2010 10:53 Horacio 271 Admito que, poco acostumbrado al teatro en verso, me costó seguir las primeras escenas de la obra que gocé anoche en el San Martín.
La adaptación de un clásico supone un desafío, dado que por tal, ha de registrar infinitas versiones y aunque la autoridad de mi opinión sea bien que escasa desde que la de anoche ha sido mi primera experiencia, anticipo que no pudo ser mejor.
La concepción escénica me impactó: la superficie de pedregullo, despojada, ascética, coronada por un espejo inmenso que según el tenor de la secuencia cambiaba de sentido y ubicación.
Las actuaciones fueron todas de un nivel altísimo: si Furriel brilla, jugando el papel más logrado de su carrera (lo que no es poco decir de quien ha visto "El Reñidero" y "Rey Lear"), Muriel Santa Ana conmueve cuando debe hacerlo, lo de Patricio Contreras es, lisa y llanamente, superlativo. De todos (soy, tal vez, injusto con Furriel) es quien más cómodo trabaja con un texto muy respetuoso de su versión original, desde el verso, hasta el uso de arcaísmos ("infelice", "agora"). Fluye ese texto en la actuación de Contreras, maravillosa, insisto.
Otro hallazgo del director ha sido la convocatoria de Geromo Amador, uno de los exponentes mejores (sino el mejor) de la plaza flamenca porteña. Acompaña con alegrías y soleás los momentos culminantes de la obra. Es notable cuando interviene como colofón de la escena más conmovedora de la pieza: el monólogo de Segismundo ("que la vida es sueño y los sueños, sueños son"), jugado magistralmente por Furriel.
Dos horas que pasan volando, que se viven en vilo, con goce ante tanto talento, ante tan generosa entrega.
01/08/2010 04:22 Juan P 9 la obra estuvo buena. si bien no soy acerrimo admirador de la literatura española barroca por ser muy densa con respecto a los dialogos super cargados y la no simplicidad, debo admitir que se me hizo un poco larga.
es impresionante la labor de los actores sobre todo de Muriel Santa Ana y Joaquín Furriel para poder lograr memorizar terribles monologos!!! y encima sin cometer ningun error...
la escenografia muy bien lograda con ese canto rodado (no vayan a primera fila por dos motivos: porque salen disparadas algunas piedritas del escenario y porque cuando los actores se alejan del borde del escenario mucho no se ve); yo estaba en fila 6 pero se veia el malestar de los espectadores de dicha fila.
la musica es fantastica.
tambien vi que varias personas se levantaron en medio de la obra y se fueron.
la unica critica que se le puede hacer es que se pudo haber actualizado el texto y vacialarlo un poco de tanta ornamentacion; hubo una adaptacion con el personaje CLARIN donde se lo vio improvisando un rap acompañando con baile incluido, eso fue un recreo que estuvo bueno.
el desnudo de contreras me parecio que estuvo de mas y no sumo nada, sino que fue un poco chocante.
28/07/2010 20:34 Daniel C 56 buena,buenas actuaciones,quizas sea por esto ultimo que en los momentos que hubo equivocaciones u olvidos con la letra en los extensos parlamentos supieron como resolverlos,son extensos y dificiles.
17/07/2010 18:30 Natalia F 56 “En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.” Jorge Luis Borges
Una obra inscripta en el Barroco español, universal, lírica, filosófica, de extravagante poesía, tan bella como insondable, musical por el verso y representativa de un Siglo (de Oro); de retóricas y paradojas se arma y en obsesas virtudes y reflexiones de moral nos desarma. Ese es Calderón, claro. Una provocación que esta puesta encara con majestuosas elecciones. Un espejo-de belleza magnánima-que protagoniza: testigo del mundo de acciones e imágenes que allí se despliegan; que devuelve una lectura sobre la vida y los sueños (ya sea que ésta sea lo que soñamos o a la inversa); el teatro y su lugar de espejo; el espectador representado, sorprendido y exaltado ante su propia imagen; la que ve y la que imagina también. La intervención del cante (hondo); una caricia a los oídos; un vientecillo de la diosa España, que cala y acompaña-selectos y acertados- momentos (movimientos en el lenguaje musical) de esta pieza teatral. Pienso en “La Venus del Espejo” de Diego Velázquez por algo de la conciencia de la representación que Calderón exuda y que este Director elige-con mucha astucia-contar también. Un acertado vestuario dice de las personalidades que cada uno de los actores transita-con entrega y mucho trabajo que se agradece- cautivándonos, un poco por la sapiencia y cadencia de los versos del autor, y otro poco, por las características propias que cada uno encontró para su personaje; ya la grandeza de Segismundo-hombre y fiera; mágica combinación de la especie a la que pertenecemos-; ya la hermosura y el coraje de Rosaura-¿qué no puede una mujer herida por amor?-; ya la ignorancia y loable lealtad de Clotaldo; ya la mediocridad y ambición de Estrella; ya el triste y desorientado Astolfo (personaje que ni amor ni ambición terminan de componerlo); ya el Rey que es un Padre y un Imperio, la ley que desata el caos, el menos virtuoso y el más humillado por la virtud de su hijo; ya Clarín, el más noble, auténtico y pícaro servidor-encarnado con originalidad y virtuosismo-; nos roba risas, nos conmueve y hace las veces de enlace entre la representación y el espectador; el teatro y la vida; los sueños y la realidad o todo esto junto y al revés. Cual Plaza de Toros, habrá corridas…Como dijo su Director; “me encanta como suena Calderón en Argentino”. A mi también. Ay! de quién se anima a dialogar-y con éxito lo logra-con este teatro que deifica la libertad y la virtud humana, que prueba lo incierto del destino y lo misterioso de los sueños que, de momento, sólo ocurren en vida y que por fortuna está el teatro-ritual mágico-para conjurarlos.
“(…) Cielos, si es verdad que sueño, suspendedme la memoria, que no es posible que quepan en un sueño tantas cosas. ¡Válgame Dios, quien supiera, o saber salir de todas o no pensar en ninguna¡(…)”