18/10/2008 01:32por Horacio 271 Discépolo solía decir, Enrique Santos, aclaro, que no podía ser indiferente a la realidad que lo involcuraba, porque le dolía el dolor (permítase la redundancia) ajeno, que por esa razón pasaba a ser propio. A Tato le pasa algo parecido.
La densidad del texto de la obra, cuya duraza admite y reclama las intervenciones cómicas del actor principal y autor de la pieza, sumado a las actuaciones de las dos mujeres que lo acompañan, expresan el sentido de lúcido excepticismo de Pavlovsky ante una realidad que causa demasiado espanto, cuya crítica sólo puede traducirse desde el asilo: como en todo clásico, son los locos los que denuncian un estado de cosas indigerible, fruto de una historia reciente no menos abyecta.
Implacable, aunque certera, bien escrita y mejor actuada, vale la pena además sólo para ver a uno de los maestros de la escena de este desteñido Buenos Aires de los primeros años del siglo nuevo: el maestro Tato, que aunque esté loco, le sobra lucidez, sensibilidad y talento.
13/10/2008 01:09por Horacio 271 Resulta, arriesgo, imposible definir con calificativos el clima que rodea la puesta de Contreras, cuyo marco se presenta no ya asfixiante, sino más que agobiante, aunque reitero, ningún calificativo es apropiado.
Los cuatro intérpretes ponen el cuerpo de una manera conmovedora. Su entrega es absoluta, al punto tal que Quinteros lucía exhausto al momento del saludo.
Por demás efectiva, trágica, oscura, impactante, aunque como dije no definible desde la adjetivación.
12/10/2008 02:41por Horacio 271 El deliberadamente austero programa de mano de la obra, refleja un comentario del autor Leónidas Lamborghini, sobre el espectáculo: "Si esta obrita mereciera el calificativo de deleznable la culpa es del General. ¿Acaso según opinión mayoritaria en nuestros días, la culpa de todo no la tiene Perón".
Sin ser deleznable, por cierto, la puesta pretende inquietar y lo logra. Desde el clima asfixiante de ese cuarto en el que un Perón en camiseta, medias blancas tres cuartos y calzoncillos aparece delirante, triste y solitario, aunque -se seba- para nada final. Repasa su pasado reciente con mirada autocrítica, interpela a sus enemigos, jura venganzas, siempre a solas.
Ese Perón complejo, contradictorio, fiel en el retrato admite haberse sentido inspirado en el recuerdo del entrañable Viejo Vizcacha de José Hernández.
Di Cocco lleva adelante su tarea con soltura y no puede obviarse una alusión al impactante parecido físico con el personaje. Por momentos, reitero, impresiona el parecido.
La intención y la puesta son muy buenas. Aunque algo que no sé definir, le faltó.
05/10/2008 21:29por Horacio 271 He tenido la enorme fortuna de ver -un domingo al mediodía, esas particularidades que ofrece esta ciudad hermosa- la versión de Urquijo de "Gris de Ausencia".
Mi recomendación es categórica.
Puesta precisa, punzante, infinitamente dulce, para ver -más de una vez- y asistir a través de la pluma contundente del maestro Cossa al inacabable tema del desarraigo del inmigrante.
La actuación de Juan Manuel Tenuta ha sido, sencillamente, colosal.
Sobresaliente.
El acompañamiento
05/10/2008 21:25por Horacio 271 Versionar una obra tantas veces presentada, encierra riesgos que esta propuesta sortea con enorme felicidad.
Una escenografía deliberadamente despojada, dos actuaciones superlativas bien marcadas por una dirección precisa resultan un disfrute mayúsculo.
Insisto: lo del dúo Grimau-Novoa es maravilloso.
Mi más enfática recomendación.
24/06/2008 09:48por Horacio 271 La obra es conmovedora, sin apelar al golpe bajo. Las actuaciones de Catalina Speroni y de Rivera López, en particular, son intensamente emotivas, aunque insisto, siempre por el andarivel del buen gusto, sin apelar al golpe bajo. No me gustó tanto el actor que juega el papel del hijo, algo crispado, aunque supo transmitir mucha ternura en el momento culminante de la obra.
Se despede al padre y todos los que lo hemos perdido nos identificamos con el texto de Gorostiza, uno de los más llanos, más personales.
Más que recomendable.
23/06/2008 22:56por Horacio 271 Efectivo, aunque de modo poco sutil, el director prueba que la pacatería no distaba demasiado de la denunciada por Moliére.
Puesta sorprendente y sin excesos, cimentada en un elenco parejo en el que se destaca Rita Terranova.
Para ir a verla.