16/08/2009 12:51por Horacio 271 "María Elena" es entrañable, hermosa. Tan despojada de mohínes, como alejada de un discurso idiotizante del estilo "Backgiardigans" o como se llamen esos monstruitos asquerosos e imbecilizantes.
Me encantó, opinión de la que participa mi sobrina de 4 años, la Pocha, con quien compartimos cantando y bailando, el repertorio de María Elena Walsh, repasado casi íntegramente en esta puesta luminosa.
16/08/2009 12:40por Horacio 271 El viernes a la noche experimenté un deleite muy especial al ver la puesta que propone el maestro Gené sobre una pieza tan cara al teatro, laburantes -infiero- y espectadores.
Ir a ver a Gené, es una razón por sí sola y esta obra ratifica ese juicio. Su entrega, su talento, su sensibilidad. La de ese laburante del arte que pasó tantas y que le puso el cuerpo a una obra que no fue presenciada por más de veinte personas.
Contribuye a este juicio que el discurso de la obra esté ligado al oficio del actor y porqué no, al propio Gené, quien en este caso juega el papel de un actor en la ancianidad, que en el final de su vida imagina (?) una convocatoria a un evento teatral para interpretar un papel, el del "Rey Lear" que venía ensayando desde hacía 30 años, marginado de las salas de su ciudad, de la que había sido expulsado. Repasa su vida en compañía de una mujer joven y muy hermosa a quien quiere -vanamente- seducir.
El discurso de "Minetti" habla del actor, del teatro, de la farsa, de las máscaras.
Destaco además el ida y vuelta que se propone cuando los actores reflexionan sobre la marcha sobre el texto, para luego volver a jugarlo.
Me conmovió mucho.
09/08/2009 11:14por Horacio 271 En mis intervenciones en este ámbito, suelo coincidir con Ricardo. Esta vez no haré una excepción.
En toda opinión, en especial en la de aquellos que no tenemos formación literaria como críticos y abusamos de la generosidad de los animadores de este espacio al dejar nuestras impresiones, talla el paladar de quien opina: esto es, nuestras búsquedas definen esa opinión y los hay quienes (como Ricardo, como yo) preferimos optar por propuestas bien distintas de las que ofrece el circuito comercial de la calle Corrientes.
Yendo al punto: mi opinión la cerraría con lo anterior de no haber existido el terrible final de la obra. La justifica y dispensa -adhiero como siempre a Ricardo- una puesta desmesurada en tics, caricaturas y guiños (léase metafóricamente) a una platea que los espera y los recibe de buena gana. Los cuatro laburantes del teatro hacen todo bien acorde a las expectativas generales: el público se va a reír y ellos -aún cuando la temática sea un drama demasiado cruel- los hacen reír. Y no está mal. No son tontos quienes van detrás de esas propuestas ni somos geniales los que elegimos otro andarivel.
Esta obra que pensaba que no iba a ningún lado, recobra sentido, se explica desde el final, en el que se destacan, notablemente, Marrale, Arana y muy especialmente, Grandinetti.
31/07/2009 23:49por Horacio 271 Verla a Marilú Marini, asistir a un espectáculo en el que ella intervenga es per se, la garantía de un gran momento, lo que ya es leyenda. "Invenciones" no se aparta de esa saludable constante. Conmueve ver a la enorme Marilú. Cómo sostiene solita su alma este unipersonal sin fisuras.
El texto se construye con retazos de la obra literaria de Silvina Ocampo, con quien, infiero, Marini y el director (justificadísimamente) se ensañan o tienen cuanto menos una mirada atinadamente cruel. Esa vida vacua, inútil de nuestra oligarquía literaria y a secas, aparece plasmada en el personaje de Marilú que remite a sus textos y de los separadores paródicos con los cuales la gran actriz emula a la propia Ocampo a quien caricaturiza, como una "Cándida" bienuda, reitero, con una indeleble y atinadísima crueldad.
Un goce hermoso.
31/07/2009 13:30por Horacio 271 La trama de la tragedia exasperante que Segade propone en esta obra, pretende conmover y lo logra. Versa sobre la crisis permanente de una familia, cuyos hijos repasan una patética historia familiar, con la presencia del cadáver de su padre en la mesa del comedor.
Todo es podredumbre allí. Todo siempre anduvo mal, con conflictos tapados de silencios demasiado pesados (por caso, a lo largo de la pieza ni siquiera se nombra a la madre, como si nunca hubiera existido).
Desde la hija que convivía con ese padre que llora con desconsuelo, ante la indiferencia del hermano que traduce todo con frases de vendedor ambulante y la posterior irrupción de la amante del padre, quien habría sido novia del hijo despechado que estaba ausente desde hacía años, fruto de esa relación.
No nos ahorra Segade, en esta puesta terrible, el proceso de putrefacción del cuerpo del padre muerto mientras los hijos discuten vaguedades acerca de la organización de su velorio. Esa calculada brutalidad es la faceta más cuestionable de la obra y a la vez, su punto fuerte. De sólo recordar los olores y los chorros de líquido que va perdiendo el cadáver -en avanzado estado de putrefacción- a lo largo de la pieza, perdura el asco.
Las actuaciones son excelentes, en especial la de Laura Novoa que compone ese personaje al límite, que juega con credibilidad y ternura. Otro tanto, debe decirse sobre Marcos Montes, igualmente torturado. La intervención de Silvina Bosco es breve y brillante.
Backyardigans Live
15/06/2009 15:16por Horacio 271 Muchas charlas tuve con mi Pocha, mi sobrina de casi cuatro años, para disuadirla de ver esta obra. Le propuse optar por otras alternativas que ofrece la cartelera para los pibes en Baires, pero estaba empecinada y fuimos nomás, a ver este adefesio inmundo.
Si en comentarios en este espacio en el que abuso de la generosidad de sus animadores, destaqué el respeto de la puesta a la dignidad de los pequeños ("La Troupe sin fin", "Té para tres", "Un hipo desafinado", etc.), en este caso el denominador común es el desprecio a esa dignidad, cuanto a la de los mayores que estábamos padeciendo esa bazofia.
Un solo ejemplo: antes, durante y después, se nos instó a consumir, lo que fuese, en particular alfajores "Jorgito", lo que amenizaban con un jingle de esas golosinas. No pocos pibes (mi Pocha no, alabado sea Dios) bailaban y canturreaban ese jingle...
Nada bueno puede decirse de ese engendro, con una temática que ni siquiera de idiota puede calificarse, con el agragado de padecer el acoso de decenas de vendedores de porquerías alegóricas a esos monstruitos que son los "Backyardigans", el maltrato del personal del Gran Rex...
Debo ser honesto y consignar que a mi Pocha le gustó, lo pasó bien, a quien le ahorré mi opinión acerca de este engendro incalificable.
Telémaco o el padre ausente
15/06/2009 13:11por Horacio 271 Telémaco me ha dejado más dudas que certezas, me ha confundido, algo que infiero ahora, era perseguido por el autor.
Encara una temática siempre revisitada: la relación de los hijos con los padres, en particular del hijo varón con una madre demasiado particular (como lo son todas) y la no presencia de una figura conjetural: la de un padre que se fue “a la guerra” europea, que anduvo vagando por distintos lares y que es buscado por el hijo cuya presencia necesita demasiado. Apenas llega a un aeropuerto europeo el hijo en esa búsqueda es retenido arbitrariamente y rescatado por un torvo personaje: el "cónsul" quien se aprovecha de la orfandad de este adolescente errante y desvalido, llevándoselo a dormir a su casa.
Vuelvo al principio: deja dudas la obra, porque recorre épocas y lugares distintos que permanentemente entremezcla, cuyo personaje central revisita permanentemente, como (tal vez) si nada hubiera sucedido en realidad.
La sala “Orestes Caviglia” del Cervantes propone un desafío a la directora que supera con creces. La austeridad del ámbito impone esa superposición de momentos y lugares y lidia con talento con un texto que propone demasiados conflictos: por caso, el hijo errante es acusado en Europa de ser un criminal al estilo “Jack el destripador”.
Ese personaje, central presente a lo largo de toda la pieza, es jugado por Nicolás Mateo, cuya ternura en la interpretación es su principal atributo, calidez que refuerza la interpretación de ese personaje estragado y enteramente confundido; la madre atormentada que lo atormenta está a cargo de una categórica Patricia Palmer, quien se pasea descalza, en camisón y bay doll a lo largo de la pieza, con fuerza y eficacia. No la había visto nunca en teatro y descubrí una gran actriz; Patricio Contreras es el cónsul y hace todo bien. El elenco acompaña está a la altura de ese trío Roxana Berco y Ricardo Díaz Mourelle se destacan sobre el resto.
Una dignísima e inquietante propuesta.