20/05/2019 10:37por Jose R 25 En este momento del "posteatro" en que más que una opción que amplía el hecho escénico, pareciera que el uso del video en escena se ha convertido en una inercia que sólo distrae, el hecho de presentar, con recursos puramente teatrales el @mor, resulta no sólo refrescante sino relevante.
El reto implícito en que los personajes no puedan tocarse, es el de eliminar las escenas altas, que un director con menos rigor, hubiera fracturado, pero que acá se respeta como el dispositivo que crea la maravillosa tensión de toda la obra.
Es un hermoso espectáculo, muy bien actuado y trazado.
19/08/2013 18:02por José R 25 La obra tiene dos problemas graves. El primero es que si uno ha visto alguna obra de Pensotti, esto es más de lo mismo. Pero no lo mismo con más hondura, lo mismo que avanza.
La segunda es que si bien la obra como totalidad está bien (ojo que la noche que fui al menos vi a dos personas que se dormían) las escenas no tienen interés por sí mismas; se entiende que hay una cierta ironía respecto a las historias que se narran, tanto las de los cineastas como sus películas, pero lo mismo hay, por ejemplo en Fauna, y no se pierde la fascinación por las piezas. Lo mismo hay en Chéjov respecto a sus mundos, pero junto con su ironía hay una compasión muy profunda.
16/08/2013 14:28por José R 25 Naturalmente, con un texto de Chéjov, que se conoce bien, lo que importa es cómo se resuelve, cómo se propone su reinvención. No basta con transladar la acción a un pueblo pequeño de la provincia desde el que se añora Buenos Aires como sinécdoque de lo inalcanzable: de lo que se cree que se ha perdido en el pasado o que aguarda en el porvenir.
La directora no parece entender que el espacio físico de la Apacheta, no es suficiente para hacer decenas de mutis. Que su trazo, hace que la obra sea tartamudeante. A pesar de esto, hay algunas actuaciones que si bien no son memorables, se disfrutan. Como ejemplo la de Julia Garriz y la de Romina Padoan.
13/08/2013 11:23por José R 25 La verdad es que no hay obra.
El cabaret es entretenido, una de las actrices de verdad canta, las dos actrices muy mayores son una maravilla, pero el texto que se supone que fuimos a ver, la verdad es un mero pre-texto, que nada más estorba.
11/08/2013 11:45por José R 25 En una oficina que ya no sirve para nada, los tres personajes –dos mujeres treintonas y un hombre de unos sesenta años– que trabajan o trabajaban allí. Al mismo tiempo, sin mutis ni cambio de escenografía, una pareja que pelea: ella quiere tener un hijo, él le confiesa que es bisexual que, además de ella, tiene un amante.
El cruce de las tramas no es nada inesperado ni sorprendente. Porque no es lo que importa, lo que importa es el traer a Chejov a este mundo (más parecido al de las oficinas tristes del primer Dostoyevski que al de su radicalización en Kafka) y volver más leves sus derrotas, que son las nuestras, mediante el vuelo constante del humor.
Al final no muere nadie; todos están peor que antes pero la intersubjetividad resiste, se transforma, sabe convertir las cicatrices en cimientos. La amargura de los secretos revelados, el futuro gris obscuro, y la resignación desplazando cada vez más ilusiones han entrado al teatro y nos los llevamos. Hermoso texto muy bien actuado, aunque es menos trabajada la parte de la parejita, sí.
10/08/2013 09:14por José R 25 El gabinete en sí es muy poderoso como experiencia. Tanto que los actores tienen que cuidar mucho lo que hacen. En las dos experiencias que me tocaron, una de las actrices no lo logró y la otra sí. No porque la obra dure siete minutos debe ser menos cuidada. Sí, uno esta solo y muy muy cerca, pero eso no basta. Me parece que la experiencia vale la pena, por una parte, y por otra que es necesario que los dramaturgos empiecen a desarrollar textos pensados para este medio. Me encantaría ver Diván acá.
Villa + Discurso
10/08/2013 08:53por José R 25 Si aún quedan entradas, cambie todos los planes y corra a ver estas dos obras. Guillermos Calderón y sus tres gracias han creado una posibilidad de teatro que al mismo tiempo que se enfrenta con los temas duros: la memoria del terrorismo de estado, las condiciones de posibilidad del bien político, nunca deja de ser hondamente teatral, de hacernos reír, de hacernos sentir culpables por reír, de hacernos reír de nuevo.
El tema central de las dos obras es su procedimiento: las dos exploran el desdoblamiento y la repetición –en Villa las tres personajes se llaman Alejandra; en Discurso las tres son Michelle Bachelet– pero esto no quiere decir que se trate de un des-montaje o ninguna otra forma metateatral. Más bien es un resumen muy logrado de esas exploraciones dando un paso más, no hacia la desintegración, sino a una reintegración del hecho escénico.
No importa que la obra se haga en un espacio donde se oye el subte, no importa que las actrices usen micrófono, no importa nada, esto es tan bueno como Apátrida. BRAVO.