31/05/2019 11:24por Jose R 25 La obra es linda, aunque me parece que el final es facilón igual que hay momentos del libro demasiado explicativos que ya la puesta en escena hace innecesarios. La alambrada separa pero también permite el diálogo. Lo estamos viendo no necesitamos que nos lo digan.
Hay un abismo entre Gallardou y los otros dos actores.
29/05/2019 12:45por Jose R 25 La idea es mezclar a dos pensadores de izquierda, Manuel Ugarte y Rosa Luxemburgo, y hacer que discutan sus posturas. Hasta ahí, todo bien, hasta brillante.
El problema empieza con que no se le ocurre al dramaturgo nada mejor que instalar a un hacker de barrio como convocante y como crítico desde el presente de sus ideas. Este personaje está de más, porque lo que hace la verdad es que le correspondería al público.
Tampoco ayuda el hecho de que a la obra le sobren al menos cuarenta minutos y que los actores reciten sus parlamentos y los olviden con frecuencia.
27/05/2019 11:25por Jose R 25 La obra comienza desnudando físicamente al elenco, y luego intenta desnudarlos psicológicamente. Para, al final, acercarlos al público, hacer que nos toquen de la misma manera en que los hemos visto tocarse a lo largo de una hora y media en el escenario.
A pesar de que la base psicoanalítica y la crítica del consumismo en que se basa el texto, resultan hoy casi bochornosamente esquemáticas, la presencia física de los cuerpos sigue haciendo que valga la pena la excursión arqueológica a ver esta obra de los setenta.
27/05/2019 10:59por Jose R 25 El espectáculo es lindo. Pero, al anunciarlo como algo en diálogo con John Cage, pierde mucho. La "música" que apenas son efectos suplementarios que agregan muy poco a las narraciones nada tiene que ver con el riesgo de las partituras de Cage, pero además, no sólo en la obra musical sino en todo el resto de Cage, un elemento central es el azar. Y en estas narraciones todo está controlado por las estructuras elementales del cuento popular que estudió Propp.
24/05/2019 10:47por Jose R 25 No sé, a lo mejor es que ya no puedo reírme o que no estoy bien sintonizado con el grotesco, pero la caricatura me pareció tan obvia que me cansó.
21/05/2019 09:54por Jose R 25 Una cosa es hacer teatro realista, como lo lleva haciendo Claudio Tolcachir, por decir un nombre. Otra cosa es montarse en un hecho doloroso (la masacre armenia) y desde ahí hacer un espectáculo perezoso, que rellena tiempos muertos con coreografías penosas y telones de luz.
Salva un poco Muriel Rebori, que con estar en un escenario, ya hace mucho.
20/05/2019 11:58por Jose R 25 Lo mejor del espectáculo son los textos teóricos que, desgraciadamente, no logran convertirse en parte del hecho teatral.
A mí la presencia de Starosta y su incesante actividad física me parece una distracción que trata de compensar una pobreza, al igual que el recurso de repetir el monólogo tanto en voz como en tanto texto proyectado.
Sin embargo, hay momentos en que el trazo mejora, (el último tercio de la obra) y el final que cancela el aplauso del público es fuerte.