26/09/2017 12:19por Belén C 11 Candy Crush Saga ,es una obra de teatro en la se presenta a los integrantes de una familia argentina que sacan a relucir todo tipo de conflictos entre ellos con un detonante tan inocente y tan inesperado como una lata de caramelos importados.
Humor y drama en convivencia absoluta. Guión y puesta respetan todas las características del grotesco criollo.
Así como el motor de acción es la búsqueda de comunicación por parte de los personajes, denotando su deseo de hacerse valer, ser escuchados, ser queridos y respetados, pero con cierta falta de conciencia y una alta dosis de hipocresía que les impide lograrlo, la situación de estos personajes, maravillosamente interpretados por los cuatro únicos actores que conforman el elenco, (que permanecen a la vista del espectador durante toda la obra), los hace caer en lo patético, llegar a sentimientos extremos, bajos, de alto nivel de tensión y expresarlos abruptamente despertando de esta manera, risas inevitables en la platea.
Los procedimientos utilizados son la yuxtaposición entre lo trágico y lo cómico, y la tensión que se resuelve solo hacia el final de cada instancia o corte del guion. (Ya que se presenta como si fueran varias historias en una, o diversas aristas de la misma historia)
El título no es azaroso ni se limita al hecho de que 'Candy' significa 'caramelo' en inglés. 'Candy Crush Saga' es originalmente, el nombre de un videojuego multi idioma disponible como una aplicación de Facebook y adaptado para los sistemas operativos Android, iOS y Windows Phone, o sea, todo el mundo podría jugarlo.
Y ¿Por qué de pronto les cuento sobre un video juego? Porque a simple vista no parecería ser distinto a otros juegos del mismo género pero son las características sociales las que lo hacen atractivo o especial ya que a partir de cierto nivel el jugador deberá abogar por la ayuda de sus amigos y así ganarse el derecho de jugar en otros escenarios. Además, puede pedirle vidas a su red de conocidos en caso de que haya perdido muchas de las suyas.
A través de un padre, dos hermanas y un casi abogado, esta obra reproduce una época de crisis, de descomposición colectiva en el que las instituciones (como la familia), las ideas y los sentimientos están en búsqueda de un orden nuevo que sustituya el anterior. Todos tienen un dolor, un resentimiento, cada personaje tiene un motivo para merecer más que el otro o cree tenerlo. A nadie le gusta su vida en definitiva, pero no puede pedirle vidas a nadie más. Cada quien tendrá que hacerse cargo de la suya.
La puesta en general denota un fino estudio y comprensión del género, que tiende hacia el tratamiento, el encuentro entre el ser y el parecer, y conserva su función esencial de deformación.
Jorgelina Vera presenta una clarísima composición del personaje, representado con un nivel supremo de comprensión de estilo, en una 'señora bian', al ser humano en su dualidad como ser individual y como ser que aparenta ante la sociedad. El humor y el drama coexisten entre cada palabra y cada gesto de esta actriz, que sostiene la tensión constantemente convirtiéndola en un elemento que moviliza una y otra vez la tragedia.
En definitiva, esta obra incita a una percepción individual cuya visión penetra las costumbres y el orden convencional y permite ver la naturaleza real de las cosas y de las personas. “Nadie está exento de ser acusado de “haber metido la mano en la lata” porque nadie es totalmente inocente.
Soledad Bautista en su actuación, por momentos con reacciones exageradas y tics faciales sobreactuados claramente adrede, no nos da lugar a desconfiar de la veracidad de su relato. Porque su relato es real dentro del pacto ficcional en el que nos sumerge la directora Claudia Vargas desde una primer instancia. Por momentos Bautista en su personaje me recuerda a la entrañable nuera de mama Cora, magistralmente interpretada por Mónica Villa en la película Esperando la Carroza. (Es solo una nota de color a nivel personal, no acuso copia ni intención de hacerlo) la actriz logra ganarse el afecto del público, teniendo de algún modo a su favor, el interpretar el personaje de la obra que despierta mas identificación por parte de los espectadores. (Claro que sin su excelente desempeño, esto sería imposible).
Lo inalcanzable, lo prohibido, lo ajeno, lo diferente y 'lo que viene de afuera 'conviven con la desconfianza, la envidia, el miedo a lo diferente, la no aceptación del otro, la no aceptación de uno mismo y la mentira constante a la que se ve sometida la sociedad.
Dicho así parece que estuviera hablando de un drama o de una obra aburrida o pesada, pero estoy tratando de describir la profundidad de una obra que se presenta como algo liviano, a través de magistrales interpretaciones y coloridos y acertados vestuarios.
El escenario despojado de escenografía, salvo por unos pocos muebles y la bandera argentina que toma en alguna circunstancia cierto protagonismo, resultan un acierto para contrarrestar con lo extremo de las interpretaciones y el peso de lo narrado.
Federico Marrale acompaña correctamente el relato, mientras Guillermo Aragones, se adueña del personaje imponiendo un estilo realista sin romper el código del grotesco al que hice mención anteriormente. Nos hace comprender a este padre y al instante sentir pena y luego hasta desprecio o algo de temor por él para volver a entenderlo un diálogo después. Y en esa exageración de sentimientos antagónicos es que nos mantiene en estilo. La solidez de un actor se nota desde el momento en que entra a escena, y eso ocurre en este caso.
El elenco está muy bien elegido para cada rol, es notoriamente profesional, y agasajan a los espectadores con verdaderas voces de actores de formación sólida y vasta experiencia. Agradecidos los amantes del buen teatro por ese obsequio.
En conclusión, Candy Crush Saga es un videojuego divertido con alto grado de satisfacción y que es atractivo para todo tipo de público. Lo mismo se puede decir entonces de esta obra que se presenta en el Teatro Chacarerean teatre los lunes a las 20:30h (quitando lo de que es un videojuego, claro)
Belén Caccia para Hacé Teatro
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The rocky horror show
26/09/2017 12:17por Belén C 11 El martes 16 de mayo, vimos en el teatro Maipo, ' The Rocky horror show' de Richard O'Brien , dirigida por Andie Say.
Más allá de que Roberto Peloni (Dr. Frank-N-Furter en el Maipo) y Tim Curry (Dr. Frank-N-Furter en la película de Jim Sharman, considerada hoy de culto, en la que se basa la obra) son asombrosamente parecidos físicamente; y que Peloni capta maravillosamente la esencia del personaje, este actor argentino supo combinar la impronta irónica, soberbia, maléfica y de una carga erótica que domina el escenario con humor y malicia en dosis perfectas, creando un Dr. Frank-N-Furter con sello propio.
El público es un espectáculo en sí mismo, que aumenta la magia ya desde el hall de entrada. Personajes caracterizados especialmente para asistir al Teatro Maipo. Osados bustos descubiertos o piernas peludas con mini shorts y zapatos de taco pisan la alfombra roja para entregar su entrada al negro de la puerta que con su elegante moño sangriento, diseñado especialmente para esta producción, aporta calidez y buen humor al mensaje de bienvenida a la sala.
Mariano Cantarini con su banda, también caracterizados acorde a la obra, hacen sonar al espíritu de O' Brien desde un palco, con energía desbordante.
En el rol de Janet en esa función, tal y como se anunció al comienzo de la obra por altoparlante, fue interpretado por Mercedes Vivanco, que comprendió el humor y el tono del personaje, manejando sutilezas y un timing impecable para la comedia, con su voz dulce y de timbre que se podría asociar al de las típicas cantantes Broadwaianas, ideal para este personaje.
Claro que Janet tiene la ventaja de contar con un parteneur principal en la mayoría de sus apariciones y es Walter Bruno interpretando a Brad. Un personaje que en otras puestas de la obra ha sido un rol más bien secundario, toma especial importancia en la propuesta porteña al ser encarnado por este actor que canta y actúa con naturalidad, carisma y talento. El Brad de Bruno es tierno y pícaro, pacato y sensual, ambigüedades manifiestamente elegidas por este intérprete, enamorando a hombres y mujeres del público, que le gritan “boludo”, tal y como indican las instrucciones de participación para el público.
Si han visto musicales en Buenos Aires, sabrán que Mica Pierani Méndez baila tap. En esta puesta de Rocky es Columbia, y este personaje nos da a los espectadores la posibilidad de disfrutar a pleno todas sus habilidades. Pierani canta, baila y actúa. Y cada rubro parece ser su fuerte.
Maia Contreras le presta su voz a dos personajes masculinos, lo que presenta un desafío cumplido para una mujer del musical.
Muchos habíamos visto a Melania Lenoir en el rol de Magenta, por lo que Florencia Benitez tenía pocas chances de deslumbrarnos. Al asomarse por el telón del mítico teatro Maipo, con su peluca rosa y su caja de golosinas, miró fijamente al público, pestañeó, abrió la boca y de ella salió un sonido que dejó boquiabiertos a todos los presentes. Esas chances de deslumbrarnos, fueron aprovechadas al máximo, y nos supo mostrar su propia Magenta.
Un muñeco en escena: Ignacio Perez Cortes interpretando a Rocky. Sale de la caja como un Ken a ser estrenado. Muestra un físico privilegiado y unos movimientos que denotan entrenamiento gimnástico y artístico, para después cantar con una voz dulce y afinada de pareja interpretación. Si Barbie tuviera un novio de carne y hueso, seguramente sería él.
Riff Raff, hace que la gente susurre “¿Quién es este tipo?” tratando de ver sus programas en la oscuridad buscando un nombre. El nombre que van a encontrar en esos programas es Federico Coates. Después de hacernos reír hasta el dolor de panza con una pequeña intervención casi sin texto, nos muestra que canta…ese hombre no canta, encanta. Una voz prodigiosa cuyo estilo empata asombrosamente con el estilo de la música compuesta por O' Brien's.
Marce Kotliar en la adaptación de libro y letras de las canciones ya no sorprende con su trabajo. No porque encuentre fisuras o porque no sea maravilloso, sino por todo lo contrario. Estando su nombre en el programa, uno espera que todo funcione. Y funciona. Kotliar tiene la combinación perfecta entre adaptador y creador, que respeta a la vez contenido, métrica e intención, acercando al idioma español lo más posible lo creado por el autor en idioma inglés.
El arte está muy logrado y desde el programa hasta el diseño gráfico o el merchandising son magníficos.
No puedo pasar por alto el hecho de que la criminóloga invitada de esa noche fue Melania Lenoir. (Cada semana se presenta un invitado diferente, habiendo pasado Moria Casán Marcos Mundstock Flor Otero y German 'Tripa' Tripel, y otros)
Melania interpretaba, como dije anteriormente, a Magenta en la primer temporada de esta puesta. Anoche, invitada como criminóloga, deslumbró con su manejo del público, su personalidad fresca y espontanea, y su autenticidad. El público gritaba espontáneamente incentivado por Lenoir a participar en forma activa, y ella acataba la propuesta convirtiéndola en un remate humorístico, y hasta se atrevió a proponer actividades en conjunto con los espectadores caracterizados, siempre manteniendo el espíritu y el ritmo de este The Rocky Horror Show - Argentina, propuesto por el joven Andie Say, que se animó a darle vida a la criatura.
Belén Caccia para Hacé Teatro
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Canciones en tranvía
26/09/2017 12:16por Belén C 11 Se acercan las vacaciones de invierno y con ellas, aparecen nuevas propuestas teatrales diurnas durante quince días, tanto en salas comerciales como en las que componen el circuito off.
Actores, cantantes, mediáticos y hasta ex vedetes se suman a elencos que proponen divertir a los chicos y en algunos casos, también a los adultos, agotados de absorber la sorprendente energía infantil por tiempo competo.
En este marco se presenta en el teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062) 'Canciones en tranvía', con dirección de Anita Martinez.
Una mixtura colorida y dinámica de música, danza, pequeños números de circo, animación y hasta patinaje y títeres. Un vestuario y una escenografía bellos y funcionales, de buen gusto y expresivos. El tiempo justo de duración y las luces muy bien utilizadas (tengo mis reservas acerca del apagón total en un infantil pero nadie salió llorando, así que sólo son mis reservas al respecto)
Podría describirla como una combinación armoniosa del típico infantil de '¡hoooooola chicos!' (Que los padres detestamos pero los chicos suelen aceptar a gusto si está bien hecho) y el, lamentablemente no tan visto, espectáculo artístico completo que contiene incluso, cierta exhibición de virtuosismo.
Con esto digo que 'Canciones en tranvía' es una verdadera propuesta de entretenimiento que logra agradar a grandes y chicos porque está hecha con verdadero criterio teatral, ritmo, calidad y buen gusto.
La inteligencia de incorporar canciones de María Elena Walsh, excede la calidad de sus composiciones. Es un astuto modo de incluir a espectadores de todas las edades ya que se trata de esa música que los argentinos pasamos de una generación a otra. Unos mas, unos menos, pero están incorporadas en nuestro folclore. Su inclusión es además, orgánica y con una razón de ser en la historia.
No se trata de un mero recital ni pretenden tampoco que los más chiquitos sigan el hilo de una historia intrincada. Vi durante la función a chicos de unos siete años respondiendo exaltados y absortos en la fantasía propuesta, las preguntas de los personajes que rompían magníficamente la cuarta pared, y a mi hijo de casi dos años manteniendo su vista en el escenario y su sonrisa constante, absorto en ese espectáculo tan completo.
El elenco:
Nicolas Armengol, me recordó por momentos al gato de Alicia en el País de las Maravillas, con su mirada aguda, sus movimientos zigzagueantes y su humor ácido. Conociendo sus dotes de bailarín, me asombró y hasta decepcionó verlo aparecer en un principio con chalupas (esos zapatos enormes que usan los payasos) pero resulta que este hombre es además un comediante excepcional, con un gran manejo del público y una hermosa voz hablada y cantada. Y, afortunadamente para todos nosotros, también bailó. Tuve que mirar con atención si se había cambiado los zapatos porque por momentos parecía levitar, pero no. El señor seguía con las chalupas y así y todo, bailaba desbordando de talento el escenario de la calle Rodríguez Peña. Considero un lujo contar con un artista así para brindarles entretenimiento a los chicos, siendo el género infantil, tantas veces mal interpretado o descalificado, como si fuera un un género menor. Y no. Un espectáculo pensado y dirigido a los espectadores menores es un desafío inmenso. Ellos desconocerán la diplomacia a la hora de levantarse de sus butacas por aburrimiento o expresar a los gritos que no le gusta determinada canción. Armengol no solo maneja a placer su contacto directo con estos difíciles espectadores, sino que se suma el desafío de interactuar en más de una oportunidad a lo largo de la obra, colmando de risas la sala.
Sol Dip, que forma parte del trío protagónico, aporta unos dulces y afinadísimos tonos aguditos. Esta nena de quince años (si, tiene quince años) logra empatar muy bien en las coreografías grupales y sostener sus momentos solistas con estilo propio.
Los artistas que hacen malabares, diávolo, títeres, aro… merecen ser nombrados y son: Carlos Marin, Camila Mendez Riveiro (por momentos hipnótica ) y Jhonny Circo. Se trata de artistas completos, con esa garra y magia que tienen algunas personas y que no se compra ni se estudia en ningún lado. Se tiene o no se tiene. Y se nota potenciado, por supuesto, con experiencia, formación y esfuerzo. ¡Bien por quien haya hecho la elección del elenco!
Antes de ver 'Canciones en tranvía', yo no sabía que Silvina Escudero, disculpen mi ignorancia, tenia tanto talento. Es una comediante genial, divertida, que conoce sus fortalezas y debilidades y lo maneja muy inteligentemente (sobre todo porque en el escenario, parecen ser muchas más sus fortalezas).
Responde además, a las vicisitudes que se presentan en un espectáculo infantil con una improvisación veloz y acertada, canta correctamente y baila…wow.
El momento donde Silvina Escudero y Nicolás Armengol presentan su número de Tap, resultó la frutillita de la torta.
Esta torta que recomiendo comer en las vacaciones de invierno, porque va a convertir el 'llevar a los chicos al teatro' en 'ir con los chicos al teatro', y pensando en dos semanas sin escuela…es una gran diferencia.
Belén Caccia para Hacé Teatro
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26/09/2017 12:15por Belén C 11 Camino al Paseo la Plaza, veo el afiche de “Gilda”, llama mi atención. ¿Qué será? Ya estoy comprometida a ver otra cosa.
Llego a la boletería del paseo a retirar mis entradas y me encuentro con el cartelito fatal: “Función cancelada por enfermedad de la protagonista”. Entonces caminando por Av. Corrientes con mi marido, nos encontramos con una persona que nos invita a ver Gilda. Comienza dentro de un rato… ¿Casualidad?, ¿El destino?
Confieso que mi prejuicio me hizo pensar que quizás me encontraría con una imitadora, o peor aún, alguien que no sepa cantar como Gilda. No me detuve a esperar algo en particular, pero tampoco tenía grandes esperanzas.
Llegamos al “Teatro Buenos Aires” (Ex Moulin Bleu) párrafo aparte, un espacio totalmente renovado, cómodo, bello, limpio, bien equipado… un placer ver como creció y renació un teatro que parecía no tener retorno.
Ya en la sala, nos recibe un lindo piazzato que junto a un himno a la cumbia en el volumen justo, nos prepara para la acción. Comienza el espectáculo. Aparece en escena una mujer, bella, con un aire bastante logrado a Miriam Alejandra Bianchi conocida como “Gilda”, la popular cantante de bailanta, y un compañero de escena con una hermosa voz hablada y una presencia hipnótica.
Mis prejuicios quedan atrás antes de que pueda darme cuenta. Nadie intenta imitar a nadie. La obra evoca por medio de su historia y de la respetuosísima interpretación de Flor Berthold, el alma de la fallecida artista. No pretende ni retratarla ni caricaturizarla. Captura la esencia de la cantante y nos hace creer que la conocemos íntimamente.
Nicolás Espinosa nos conmueve con su ternura y su timming humorístico impecable. Todos los actores responden a una naturalidad que habla además de sus propios talentos (que se respira en la sala) de una línea muy clara de dirección por parte de Ivan Espeche.
Un equilibrio perfecto entre la cantidad de temas musicales y diálogos. Un manejo excelente del espacio y una puesta de luces hermosa y funcional.
No sé si la gente que gusta de ver cumbia gusta de ver teatro, o si la gente que gusta de ver teatro gusta de ver cumbia. Lo que si se, es que esta obra está hecha con mucho profesionalismo y buen gusto, sin pretensiones, respetando al espectador como tal en todos los aspectos.
Uno sale del teatro con la hermosa emoción de haber visto un bello espectáculo con música en vivo y excelentes actuaciones, con un lindo mensaje, tarareando una canción pegadiza, y con la sensación de haber conocido a alguien adorable.
Belén Caccia para Hacé Teatro
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26/09/2017 12:13por Belén C 11 Desde que Robert Louis Stevenson escribió esta novela ( Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde) que se publicó por primera vez en inglés en 1886, fue un éxito inmediato.
Las adaptaciones teatrales comenzaron en Boston y Londres un año después de su publicación y aún hoy continúa inspirando películas y puestas teatrales de todo tipo por todo el mundo.
Desde enero de 2017, se puede ver en Buenos Aires, una versión de Jekyll & Hyde que pone nuevamente en escena esta representación vívida de la psicopatología correspondiente a un desdoblamiento de personalidad, la relación cerebro-alma, razón- sentimientos, ciencia- Dios.
Y así como se dan estas dualidades en la obra, se dan a mi criterio, en el elenco.
Todos conocemos o hemos oído hablar al menos, del famosísimo “Dracula, el musical” escrito y dirigido por Pepe Cibrián, con música de Ángel Mahler estrenada en 1991, con Juan Rodó como protagonista.
Es innegable que a partir de ese momento, algo se despertó en el musical argentino. Nació un público apasionado, fiel y casi podría decir que fanático, que sigue con fervor desenfrenado a quienes conformaron aquel éxito.
Una amiga mía dijo una vez que Juan Rodó es el paralelo a Sandro pero dentro de la Comedia Musical Nacional. Me causó gracia y lo negué, pero lo comparto en esta nota porque entiendo el concepto y aplica para esta introducción.
De este modo, podría decir que la Comedia Musical siguió existiendo en dos líneas paralelas. Estaba “El mundo Cibrián – Malher” en una y en la otra, aquellas obras dirigidas por Ricky Pashkus, Valeria Ambrosio, James Murray, Manuel González Gil, Ariel del Mastro…en el teatro comercial y en el llamado “circuito off” Diego Corán Oria y Nicolás Roberto, por solo nombrar a algunos directores que montaron tanto creaciones propias, como obras de Broadway en Buenos Aires.
Dentro de esta última línea, no relacionada con “El mundo Cibrián – Malher”, una artista joven ganó su reconocimiento con talento y trabajo pero sobre todo, con versatilidad. Melania Lenoir fue hombre en Hedwig and the Angry Inch, una dulce chica enamorada en Los últimos cinco años, una asesina híper sexy en Chicago, una anciana en Forever Young y así podría seguir nombrando roles absolutamente disimiles, inimaginables para una misma actriz.
En el Teatro Metropolitan , Jekyll & Hyde con dirección de Sergio Lombardo, y dirección musical de Damián Mahler (hijo de Ángel, que ya gana sus trabajos por claro mérito propio). Podemos ver esta historia que presenta la dualidad del hombre en todos sus aspectos, por medio de esta dualidad de la Comedia Musical nacional que mencioné. Dos estilos conviven en un escenario, como las dos personalidades de su personaje central.
Nos encontramos con Juan Rodó en el rol de Henry Jekyll - E. Hyde, junto a Eluney Zalazar encarnando a su esposa Emma Danvers. Ambos en un mismo estilo de interpretación, en una misma línea de canto y de elecciones escénicas, en combinación con las prodigiosas voces del ensamble.
Luego aparece Melania Lenoir con su actuación descarnada y valiente, presentando una Lucy Harris como una pantera, sexy y desfachatada que termina de conquistar al espectador como una gacela asustada a la que todos querrán proteger. Canto, danza y actuación sublimes, en un rol que parece, como sucedió con todos los que le tocó afrontar, hecho a su medida.
No sé si tengo que mencionar a Raúl Lavié representando a Utterson. Su trayectoria, su voz hablada y cantada, su presencia, su carisma… hablan por sí solos.
Marcos Gorosito, en un pequeño rol, me llevó a mirar el programa para ver “¿quién ese este actor?” Demostrando que no hay pequeños roles.
El saludo final terminó de convencerme de que mi apreciación estaba al menos, consensuada. Lenoir salió a escena y el teatro tembló en un aplauso de euforia. Sentí que estaban agradeciendo lo que ella había brindado, era un aplauso entre amoroso y frenético, que se mantuvo con todo, absolutamente todo el teatro de pie durante el saludo de los prestigiosos artistas que saludaron luego.
Una obra con Teatro Musical para todos los gustos, sin necesidad de elegir quién es Jekyll y quién es Hyde.
Belén Caccia para Hacé Teatro
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26/09/2017 12:11por Belén C 11 Muchos conocen a Jose Maria Muscari porque lo vieron en la tele haciendo algún comentario picante o promocionando las obras que dirige en el llamado “teatro comercial”. Ellos serán los que quizá, al ver el afiche de BollyWood , otra obra dirigida por él, piensen que verán algo relacionado con Bailando por un sueño o los programas de chimentos.
Otros tantos, sabiendo que Muscari es un personaje que tiñe con su estilo caprichosamente propio el teatro porteño desde hace tantos años, esos que conocen a este egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático que no sigue las reglas, que inventa, crea, prueba constantemente y al que es imposible encasillar en un estilo convencional , saltando del teatro comercial al off constantemente e incluso habiendo incursionado en el teatro oficial… quizá piensen que se trata de otra locura de teatro alternativo incoherente pero repleta de coherencia con artistas disimiles y propuestas novedosas mezcladas con clichés…
Debo decir acerca de BollyWood, que con cualquiera de las dos conclusiones prejuiciosas estarán en lo cierto. Es una obra de teatro imposible de encasillar y repleta de mensajes relacionados con lo relativo de la fama, la subjetividad del éxito, la competencia, lo profundo, lo superfluo... la India y Buenos Aires.
BollyWood es una obra de teatro de las más Muscari que vi en los últimos tiempos. Una mezcla de sus viejas propuestas, donde el director “jugaba” con ctores que desbordaban talento pero cuyos nombres desconocíamos, y sus últimas propuestas, donde se entre mezclan la información mediática con el arte más puro y artistas de vasta trayectoria con alguna cara de la tele de hoy o de antaño.
Los artistas de BollyWood son muchísimos, (sólo en escena son treinta) y al comenzar parece que fueran miles y que nunca podríamos individualizarlos, sin embargo, con el transcurso de la obra logramos conocerlos, escucharlos y comprender las realidades, aún de quienes no tienen un texto para expresarse oralmente.
Podemos disfrutar de una brillante conducción de la obra por parte de Emiliano Figueredo y Mariela Asensio, pero a pesar de eso, la puesta no presenta necesariamente protagonistas, sino más bien una suerte de personajes conductores, conectores, lo que representa una difícil tarea, muy hermosamente desempeñada por ellos dos, con sutilezas que nos llevaban como espectadores de la risa a la reflexión.
La tele se mezcla con la vida. Los famosos son parte de nuestra cotidianidad, almorzando o desayunando con nosotros a través de la pantalla o contándonos sus secretos a través de las redes sociales, y Muscari lo sabe. Lo sabe y lo desnaturaliza en escena con algún tipo de morbo teatrista, a través de artistas talentosísimos del off, que se desloman actuando en una obra de la que saben que nunca serán protagonistas, por la que nunca se harán ricos, por la que tuvieron que dar una agotadora audición para ser parte, y que claramente requirió de mucho ensayo para ser lo que presentan hoy en el teatro IFT los viernes y sábados a la gorra.
El humor prevalece sobre todas las cosas. Es una obra cruel y desgarrada que tiene tantas capas como uno pueda o quiera ver. Pero el humor es el idioma que más se habla a lo largo de toda la obra formando un todo dinámico y atractivo con un timing de comedia cercano a la perfección. Premisa + pie = Remate.
Luz, habla uno, luz, habla otro, remate, música, otro acota, remate. Uno tiene micrófono, otro habla a viva voce, otro pasa bailando y luego algún desnudo,otro toca un instrumento, una chica con un sable, remate. Impecable. De pronto aparece una actriz morocha, bajita, con tono parco y pisada firme, que se come a la platea con cada gesto y nos obliga a reírnos a punta de látigo. Todos son muy buenos, todos están muy bien, pero no puedo dejar de mencionar la participación de Bianca Vilouta Rando.
La crudeza de lo que sucede en India podría ser una analogía de lo que sucede en nuestro país, aunque no necesariamente se trata de una crítica social o política sino de una exposición del estado del mundo artístico actual, tomando por artístico a la subjetividad de lo que el arte en realidad es , y su relación con la fama, lo mediático, lo comercial…
Puedo ponerme a hilar fino sin temor a que me tomen por pacata y decir que hubo algún momento que hubiera preferido no ver, pero también puedo poner ojo de espectador generoso y pensar que lo que el director intentó, fue realmente o deprimirme con ciertas imágenes o ponerme incomoda con cierta escena, y si así no hubiera sido, tampoco se opacó por eso el mensaje transmitido o el talento de quienes lo interpretaron. Y puedo agregar que hasta quizá, se vio beneficiado por el contraste.
En BollyWood,queda claro que la esencia del artista se mantiene viva por lo que lo apasiona y no por cuántas entradas vende. Que los artistas del off no son tontos que juegan a tener su momento de fama sino apasionados que disfrutan el actuar, independientemente del resultado externo que esto pueda implicar. Todos queremos fama, dinero, reconocimiento, respeto... ¿todos queremos fama? “Quiero el prestigio de Elena Tasisto”, se dice en un momento, y en ese momento ya nada de lo nombrado anteriormente parece importante. Las fotos tomadas en el palier del teatro antes de la función pasan a ser un acto superfluo e innecesario ante semejante anhelo compartido hasta entonces, en silencio . Alguien lo pone en palabras, lo resume en ese deseo tirado al aire. Mucha gente sabe quién es Wanda Nara pero no tiene idea de quién era Elena Tasisto. ¿Todavía queremos fama?¿Solo eso?
Es una obra honesta, cruda, que si bien no presenta una historia lineal o una trama específica, llega a capturar la atención del espectador esperando “¿y ahora qué va a pasar?”
BollyWood se presenta como una obra con un elenco sin estrellas. Yo disiento. Creo que es una obra repleta de estrellas que iluminan el viejo teatro del barrio del Once, con talento y laburo enmarcado en una puesta caprichosamente Muscari, que se presta para lucirlos y nos entretiene entre palo y palo a la realidad del teatro porteño y todas las disciplinas que con él se relacionan.
Belén Caccia para Hacé Teatro
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