En un futuro de Chile, tan indeterminado como lejano, el Desierto de Atacama se ha convertido en un gran lago, en el sur apenas quedan glaciares, el país es atravesado por aerotrenes y nadie mira mal la homosexualidad, el suicidio, ni nada de nada. No hay juicios sobre lo que las personas decidan hacer con su vida. En ese escenario ocurre Santiago High Tech.
La ciudad ha trepado la precordillera, comiéndose el prefijo y dejando la cota mil abajo. En esas alturas vive XY, un joven que en ese mundo hipertecnológico está preocupado por lo mismo que podría haberle quitado el sueño a alguien que ni siquiera conoció la electricidad: el amor. “En ese mundo tan relativo él busca aquello que queda, que puede ser más sólido. Es una búsqueda de sentirse querido, complementado por alguien. En un mundo que es tan volátil, encontrar dónde está aquello donde puede afirmarse” explica Fernando Krebs, director de la obra.
Esa es la historia de la obra. Hasta acá, todo convencional. Un montaje futurista que se ha montado en México, Francia, Bélgica y que se estrenó originalmente el 2002, dirigido entonces por su propio dramaturgo: Cristián Soto. Pero la apuesta que se estrena ahora en GAM difiere no sólo en el énfasis de la emociones del personaje, también en la experiencia del espectador.
Santiago High Tech no es para sentarse y mirar. Existe la posibilidad de interactuar. ¿Cómo? Al comienzo de la función se entregarán tablets a cada espectador. La tablet tendrá una aplicación especialmente creada para la obra. De esta forma, el público podrá sacar fotos y compartir contenidos en redes sociales mientras ve la obra. Pero además podrá acceder a contenidos complementarios.
El escenario de la obra es un cubo de aproximadamente 4x4 m. Ahí los espacios cobrarán vida a través de proyecciones digitales (mapping) y ahí también aparecerán códigos QR, para que el público los escanee y descubra material que completa lo que va sucediendo en escena. Pero si alguien no quiero o no puede usar la tablet, también es libre de ver la obra sin ella. La entenderá igual.
“Apostamos por un cambio en la forma de ver teatro, en donde el público joven pueda hacer uso de los medios de comunicación con los que se sienten familiarizados, como las redes sociales y los dispositivos móviles, con el fin de hacer de la experiencia teatral un suceso cercano y dinámico. Si el teatro es reflejo de nuestra sociedad, los canales comunicativos y los soportes de inscripción de la disciplina teatral debieran responder a esa forma de ver el mundo”, cuenta Fernando Ocampo, director creativo de la obra, responsable de las ideas tras el diseño integral del montaje.
Este tipo de interacción del público además ha significado un desafío para el trabajo de Krebs. El director debió generar una especie de guión de estos momentos, considerando su duración y musicalidad. Además el formato implica un tipo de actuación diferente, alejada de lo teatral.