Nueve es un número importante de actores. Si a eso se le suma un director (Luis Cano) y una asistente de dirección (Lorena Ballestero), la pregunta es si no se está al borde del abismo.
Darles la palabra es un mecanismo complejo Qué difícil debió haber sido ensayar, ¿no?
Algunos están dispuestos a expandir la palabra, otros, en cambio, se retraen.
Ellos son graduandos del Instituto Universitario Nacional del Arte, IUNA, el primer proyecto de graduación que se estrena este año (luego vendrán otros dos: Dóciles y útiles con dirección Analía Couceyro, y El Cristal con dirección Gustavo Tarrío).
Fueron apenas una serie de preguntas, pero a través de las respuestas tenemos un mapa: pensar desde lo individual, desde lo colectivo, desde la estética, desde lo político. Surgen reflexiones en torno de la institución, la categoría de actor, el vínculo entre la teoría y la práctica.
Ellos son, en estricto orden alfabético: Gonzalo Álvarez, Lidia Epsztejn, Miguel Israilevich, María Eugenia López, Agustín López Pavan, Tamara Raschcovsky, Noelia Sciancalepore, Ana Urso, Constanza Viceconte.
Con ustedes los actores.
-¿Cómo se elige con quién cursar?- (Pregunta sencilla si las hay. Las respuestas no lo fueron tanto).
Constanza Viceconte: -Estar con Luis fue por azar.
María Eugenia López: -En realidad, eso depende de muchas cosas. Casi siempre tiene que ver con coincidir en días y horarios para poder cursar.
Tamara Rachkovsky: -Principalmente, viene de la mano de una elección horaria...
Lidia Epsztejn: -En el momento de inscripción no se sabía quiénes iban a ser los directores/docentes correspondientes a 2008, así que la elección no fue tanto por director como por franja horaria.
Gonzalo Álvarez: -Los alumnos pueden presentar propuestas de aquellos directores con los que quisieran trabajar. Y estoy usando este término de manera tendenciosa, porque muchos utilizan esta instancia como un posible comienzo e incluso desarrollo, de su carrera, en función del circuito en el que les interesa estar. No está de más decir que, en algunos casos, y por medio de la institución, intentan alcanzar logros personalísimos de aspiraciones y están lejos de transitar esta instancia como un proceso de investigación artística.
Miguel Israilevich: -Mirá, cuando estamos en condiciones de iniciar el proyecto de graduación, nos reunimos y hacemos un listado de directores que nos interesaría que estuvieran a cargo. Presentamos la lista al IUNA y ellos evalúan si es posible, si el perfil coincide con la institución. Lo que sucedió en nuestro caso (y creo que sucede casi siempre) es que la nómina de los directores propuestos por los alumnos no coincide con los ofrecidos por el IUNA.
Agustín López Pavan: -Sí, ninguno de esos nombres se concretó. En 2008 se publicaron los nombres de los docentes/directores que coordinarían los proyectos. No hay una elección directa, sino, más bien, una mezcla de azar, orden de mérito, posibilidades horarias, etc.
Ana Urso: -En mi caso, cuando supe los nombres de los directores me puse a averiguar sobre sus trabajos. Quería exponerme a algo nuevo para mí. En realidad, mi elección había sido otra, pero quedé en este grupo y lo grato fue encontrarme con que tuve lo que deseaba tener.
A.L.P.: -Uno puede leer los currículum, o incluso ver un espectáculo, pero se sabe que "los pingos se ven en la cancha". Entonces pensé: soy actor, tengo que construir actuación en la situación que se me presente, con la estética, tendencia de trabajo o lo que sea que el director traiga.
-Por obra del azar o lo que fuera, ya tenían director ¿Qué fue lo que le pidieron entonces?
A.U.:-Le pedimos actuar, realizar un proceso diferente a los realizados anteriormente.
C.V.:-El grupo, incluidos Lorena y Luis, coincidió en que quería "actuar", meterse en la tarea del actor, específica, y no en una estética o una forma.
M.E.L.: -El Proyecto de Producción Espectacular resulta un verdadero misterio hasta el momento en el que uno se encuentra con el director. En la primera reunión cada uno expuso qué quería hacer y qué no. Queríamos que el público pudiera ver una obra y no a un actor o a una actriz determinada. Pedimos que la obra estuviera buena, que nos gustara.
Noelia Sciancalepore: -Antes de comenzar con los ensayos conversamos con Luis sobre las expectativas de cada uno en relación al proyecto. Nuestro deseo colectivo era encontrarnos con desafíos que colocaran al actor y al espectador fuera de lo convencional. Algo que exigiera poner toda "la carne al asador", algo que no se quedara en la forma, algo que atravesara al espectador.
M.I.:-¿Qué se le pide? Pienso, un poco en general, respecto de qué se le pide al docente/director a cargo. Luego de residencias que transcendieron como Open House o El pánico, se instala un imaginario de éxito o de renombre, que responde a una inquietud en relación con la carrera individual. Quizás nos olvidamos de preguntarnos para qué hacemos teatro y cómo podemos abordar un espectáculo en el que intentemos encontrar parte de esa respuesta.
L.E.:-No sé si fue pedido, pero sí sé que hubo una propuesta por parte del director, de articular teoría y práctica y el proceso de creación/ensayos siempre estuvo acompañado con alguna reflexión acerca de la profesión y cuestiones vinculadas a la misma.
G.A.:-Cada uno dijo, la primera vez que nos reunimos, lo que le gustaría hacer pero coincidimos, aunque suene a cliché decirlo, en algo muy claro: actuar.
-¿De qué manera se dio el inicio de los ensayos? ¿Cómo se pusieron a trabajar?
T.R.:-Sentí, al principio, que todo era muy confuso. Me costó un tiempo de adaptación hablar el mismo lenguaje que el director. No lograba entender lo que no pedía de la actuación. Tenía muchas dudas. Hasta que un día comprendí...O, mejor dicho, mis dudas dejaron de ser un impedimento para mi trabajo, empecé a hablar el mismo lenguaje que Luis. Desde ese día todo pasó a ser aprendizaje.
A.L.P.:-Creo que desde el inicio se partió de nuestro pedido unívoco, el de actuar. Me parece que en el teatro contemporáneo se le da valor a otras cuestiones, se tiene la ilusión de que los conceptos son más poderosos que lo que realmente se puede hacer en escena. Luis, en los ensayos, proponía problemáticas sobre las que nosotros trabajábamos actoralmente. Enseguida empezó a entregarnos textos, hablaba del texto como de una restricción para la actuación, como un cuerpo al que el actor debe adaptar su actuación hasta integrarla. Transversalmente proponía reflexiones sobre la expresividad del actor, sobre lo representable, sobre la función del actor...
N.S.:-Siempre trabajamos a partir de los textos que nos escribía Cano. Consignas que nos exigían un lugar específico de la actuación, una búsqueda del conflicto de ese decir frente al texto, tratando de prescindir de los clichés que uno reconoce en el discurso y a los que se podía acudir en la representación.
M.I.:-Como todo principio, el nuestro fue un poco caótico. Hubo incertidumbre de horarios y de sedes, readaptaciones de distintos tipos. Hasta que el acuerdo surgió: hacer un espectáculo que pudiera construir su propio lenguaje, que no se pareciera a los que se ven actualmente en el circuito. Pero que también fuera un espectáculo que no rechazara las demás estéticas, que no mirara de arriba a las demás. También hablamos de nuestra condición de graduandos como algo que podía estar presente como tema.
Luis nos llevaba a preguntarnos cosas sobre la actuación y tratábamos de experimentar esas preguntas en la escena. Y cuando la experiencia escénica generaba una nueva reflexión, entonces se duplicaba la apuesta en la experimentación.
A.U.:-En el comienzo, me parece, uno no entiende bien qué se hace ni qué se pide, pero confía en el hacer y busca la justificación necesaria para poner el cuerpo.
C.V.:- Desde el principio la dramaturgia del actor fue el eje. Siempre había disparadores para poner en práctica el trabajo actoral propiamente dicho, sin más. Podría decir que la cuestión era cómo el actor, esa dramaturgia, se comunicaba con un texto dramático. El diálogo entre estas dramaturgias, sin que ninguna se impusiera a la otra, fue estructurando el trabajo.
G.A.:-El principio del principio fue conocernos. Y aunque no hubo mayores problemas, es difícil el encuentro de tantas personas que nunca habían trabajado juntas. Nos jugó a favor la experiencia en teatro y la seguridad de Luis, a pesar de su sinceridad sobre el desconocimiento absoluto acerca de aquello que estábamos por hacer. Como Luis, además de director y docente, es dramaturgo, la escritura de la obra quedó a su cargo y nosotros nos ocupamos de crear, utilizando todos nuestros recursos expresivos, nuestra propia dramaturgia, con los textos que él escribía. Hay que decirlo: si hay alguien que se dedicó a este proyecto fue Luis, tomándose el trabajo de conocernos uno por uno. Si preguntás cómo se armó este proyecto de graduación, fue así: con un docente/director/dramaturgo a la cabeza, proponiendo textos, consignas, temas e interrogantes a un grupo de alumnos/actores.
M.E.L.: -Los primeros encuentros sirvieron para ponernos en sintonía todos juntos con el director y la asistente. Los ensayos resultaban bastante exigentes y yo me sentía mareada (así se lo hice saber al director), sin saber qué hacer con toda la información que empezaba a circular, pero en algún momento comenzaron a acomodarse las ideas.
-Y una vez que se acomodaron, ¿cómo siguieron los ensayos, en el marco, además, de este rol de alumnos/actores?
A.L.P.:-Hicimos muchísimas lecturas, diversas, de mundos disímiles. Una mezcla de todas esas impresiones, de esas profundas comprensiones, de esos malentendidos, desacuerdos y de esas complicidades empezó a dar la obra, creo yo. La obra es lo que nosotros somos. La reunión de 11 personas (9 actores y 2 directores) hubiese dado una obra distinta si alguno de esos 11 hubiera sido otro. Con respecto a lo de alumnos/ actores, es una posición rara. El límite entre lo que se está evaluando y la libertad para proponer creativamente resultaba poco claro, por momentos. En realidad, ése es el problema de las instituciones. ¿Qué hacemos los artistas dentro de una institución, cuando, en realidad, el camino del artista se asocia más con lo errático, con la búsqueda, de acuerdo a la necesidad y al deseo? Esa misma contradicción es la que se da entre alumno y actor. Y es, a la vez, un límite y una provocación.
T.R.: -Durante 2008 trabajamos muy arduamente: tres ensayos semanales de 4 o 5 horas. A medida que la obra iba tomando forma, se hacían pasadas o se trabajaba más detenidamente ciertas partes. También tuvimos como público, hacia final de año, a algunos docentes de la institución. Con respecto a lo que decías de la posición actor/alumno, es una posición ambigua, pero hay que acomodarse de manera que una cosa no contradiga la otra. En mi caso, me encontré aprendiendo mucho de actuación y del trabajo del actor en escena. Este aprendizaje me da entidad como actriz, lo que significa que es una manera de estar ocupando esos dos lugares de la forma más provechosa.
M.E.L:-Una de las cosas que podría decir es que, a medida que el trabajo avanzaba, aumentaban las tareas, el compromiso y la entrega. Comenzamos a conocernos expresivamente de acuerdo a lo que cada uno iba dando de sí mismo. La pregunta "cuál es el costo de lo que estoy haciendo" fue pilar en la instancia de creación de la obra, y ésta fue apareciendo y colándose en los ensayos. Seguramente fue muy dura la tarea del director, que fue uniendo y entretejiendo nuestras lógicas a medida que iban pasando los ensayos.
G.A.: -Lo que quiero decir, en relación a este lugar de alumnos/actores, es que yo creo que en cada proceso de investigación que uno encara como actor es también alumno o aprendiz del proceso mismo. Por otro lado, me parece que el gran conflicto de alumnos que tuvimos fue el boicot hacia nuestro propio trabajo, de la mano de la falta de disciplina, justificada en el rol de alumno. En ese papel descansaban muchos de nuestros impedimentos a la hora de encarar el trabajo seriamente y de manera comprometida.
N.S.:-Me interesa agregar que siempre hubo un tiempo de reflexión en el que discutíamos los materiales. También lo hicimos en relación con el lugar que para nosotros debería ocupar la obra como proyecto de graduación, dentro y fuera de la institución.
M.I.:-Cuando el código interno se había establecido, sucedió que los textos demandaban más de las actuaciones y las actuaciones demandaban nuevos textos. Esto implicó un trabajo dramatúrgico constante, tanto del autor como de los actores. El proceso de ensayo fue un constante enfrentamiento con las propias dificultades y capacidades. Incluso hubo una etapa en los ensayos, según mi opinión, que es la que mejor expone el conflicto de ser alumnos/actores. Nuestro mayor problema fue cuando nos enfrentamos a la autodisciplina y a nuestra relación con la figura de autoridad. Sucede algo extraño al encarar un proceso creativo dentro del marco institucional: hay cierta rebeldía, cierta resistencia al trabajo o la creencia de que otra cosa siempre sería mejor que aquella que se está haciendo. La institución como contexto vendría a funcionar como una especie de justificativo para no comprometerse, o para despolitizarse del trabajo propio, como si en el fondo se estuviera pensando "esto no lo hago por mí, sino por la institución". Hay que intentar, me parece, despojarse de los vicios de la época y tener la astucia de aprender lo más posible, incluso (o más aún) de experiencias desafortunadas.
L.E.: -A mí me resultaba difícil tener independencia, me resultaba complejo crear algo que no estaba definido, el hecho de ir armando la obra sobre nuestros pasos, sobre un terreno incierto...Además era el momento de asumir los conocimientos adquiridos y reconocer las herramientas con las que cuento. Me parece que la institución no ayuda en este punto. Uno se apichona al amparo docente. No se fomenta lo suficiente el hecho de adquirir independencia y buscar la propia poética o propuesta actoral. Supongo, en realidad, que es la disyuntiva que asume toda carrera artística. Se pueden enseñar técnicas pero el arte es mucho más que eso.
A.U: -Somos estudiantes y también somos actores. Tuvimos que hacernos cargo de nosotros como actores. Yo no sé por dónde aparece, pero existe una posición de ser estudiantes, una forma que no ayuda al trabajo, como no hacerse cargo de lo que uno hace.
M.E.L.: -Para mí es un poco frustrante. Significa que no sos ni una cosa ni la otra. Estar en el medio. Creo que el PPE debe considerar al alumno directamente un actor e igual al director. Hay nomenclaturas que no deberían trasladarse al ámbito artístico, porque lo encorsetan y, a mi manera de ver, lo desprestigian.
C.V.: -Para mí la posición es bastante incómoda. ser actriz o alumna son estados bastante extraños, ser alumno en cualquier disciplina artística es bastante indefinible. Creo que nadie sabe muy bien de qué se trata, ni siquiera el IUNA. En definitiva, para uno, es una diferencia mental. Todos somos actores y actuamos y cuando lo hacemos no hay diferencia.
-¿De qué manera se repartieron los papeles? ¿Se constituyeron en un lugar para mostrar lo que aprendieron?
A.L.P.: -Lo que aprendí es escurridizo, no se puede aprehender. Los papeles no son más que el aglutinamiento de reacciones, acciones y modos de vincularnos, que fueron apareciendo a lo largo de los ensayos en nuestra actuación. Luego, Luis les ponía un nombre y uno como actor, empezaba a despegarse de su trabajo y a reconocerlo como una construcción, desnaturalizada pero orgánica. Intentamos actuar lo verdadero en oposición a lo real, donde lo real sería el cliché, lo socialmente aceptable. Lo verdadero requiere de nosotros como actores una comunicación con el presente del acto y con el acto de los otros que también están en presente.
M.E.L.:-En realidad, algunos textos fueron pasando de actores. Lo importante era y es, creo yo, apropiarse de esos textos que Luis nos daba. Y a la vez íbamos ocupando un lugar en el grupo.
G.A.:-Los textos salían de Luis, en un principio sin destinatario fijo. Uno iba buceando dentro de cada texto las posibilidades expresivas que éste le disparaba.
T.R.: -Creo que en la producción de un espectáculo en el marco de la institución, como elemento final de una carrera, uno no puede evitar pensar o evaluar cuánto aprendió y qué es lo que le falta.
-Para ir cerrando, ¿qué expectativas tienen con respecto al público que no tiene por qué saber (a priori) que están llevando adelante un proyecto de graduación?
A.L.P.:-Mi expectativa es que la obra suceda. En este último tiempo de ensayo lo que empezó a ganar en protagonismo es el espectáculo teatral como celebración, donde actores y espectadores comparten el mismo espacio.
T.R.: -Bueno. Es raro porque éste es el único momento en que realmente te parás en el escenario frente al público y sin embargo aparece otra vez la ambigüedad de ser juzgado como estudiante de actuación y no como actor. Es una etapa bisagra. Con respecto al público, creo que serán pocos los que no sepan a qué se enfrentan. Incluso creo que muchos no quieren ir a ver un proyecto de graduación porque nos consideran estudiantes y no actores. Mi deseo es que el público disfrute de una obra de teatro con nueve actores que se entregan a su trabajo con amor y con pasión por la actuación.
Ahora empiezo a asumirme como actriz. Pasar a hacerse cargo de ese nombre es algo muy grande.
M.E.L.: -Para mí es importante estrenar en un teatro que no sea un aula del IUNA, porque es una manera de insertarnos en el circuito teatral, premisa que el IUNA proclama en lo teórico, pero que no ejercita en la práctica. Que estrenemos en Elkafka es un esfuerzo del director. Creo que sería interesante una movida en la que distintos grupos provenientes de distintas escuelas circularan por los teatros del país. Por todo esto, me parece que es importante sostener que se trata de un PPE, y que hay que defenderlo, apoyarlo y difundirlo. No hay que olvidar de dónde venimos. Y queremos ser vistos por todos.
G.A.:-Es un proyecto de graduación y no intentamos ocultarlo en ningún momento. Te diría todo lo contrario: es un proyecto de graduación, nos hacemos cargo y, más aún, creo que la obra misma tiene ese núcleo de gestación formando parte de su ADN. Lejos de ser un problema, es un mecanismo más de cohesión que tiene la obra y que da cuenta de un sentido propio.
N.S.:-Lamentablemente mucha gente subestima el trabajo del graduando del IUNA, porque piensa que no posee suficientes herramientas, ni experiencia y no se da cuenta de que en muchas obras que va a ver, hay actores con la misma o menor formación. Esperamos, igualmente, que tanto el informado como el que no, se vayan con las manos llenas. La obra pone en evidencia mecanismos propios de todo ser humano, no sólo en relación al cortejo (que implica lo amoroso y lo fúnebre) como dice el título, sino también a través de la maternidad, la herencia paterna, las transformaciones personales, lo que hacemos con todo aquello que nos marca. En fin, una propuesta para todos los públicos.
M.I.:-Creo que al haber tenido la honestidad de reconocer nuestra condición de graduandos y de apropiarla como algo que aglutina el sentido de la obra, se puede generar un sostén en la percepción del espectador. Podemos invitarlo a ingresar a un mundo, porque nosotros sabemos que ese mundo existe.
L.E.:-A mí me parece que el hecho de que lo fuerte sea la actuación dejará afuera a la gente que busque una historia. Podrá defraudar en ese sentido, pero creo que la obra plantea un juego interesante y es el de entrar y salir todo el tiempo de la ilusión/convención que crea el teatro y nunca se maltrata al espectador, sino que se lo acompaña en este vaivén.
A.U.: -La idea es difundirlo como proyecto de graduación. Si me preguntás, personalmente tengo diferentes versiones, en mi imaginario, de la recepción, pero sólo en función vamos a dar cuenta de lo que está pasando. Lo interesante va a ser las modificaciones en el trayecto de las funciones. Para mí fue una experiencia esto de ver como actriz la construcción del texto dramático durante los ensayos, ver cómo se acomoda de a poco el mundo de la obra hasta que está cerrada.
C.V.:-Una de las cosas que más me gusta de nuestra obra es eso: es nuestra. Tiene una identidad y refleja lo que somos realmente. Un proyecto de graduación es una instancia muy especial, rara, y creo que esto aparece en la obra de manera genuina, sincera. Creo que esto va a ser percibido por el público como sensación y no como información. El estreno nos va a traer la otra "cosa", el vínculo con el público, que determina que lo que hacemos es teatro. Ahora hay un grupo y una obra y una sala y una fecha de estreno... Estamos como queremos.